Recuerdo las primeras líneas que leí sobre su vida y me dejó anonadada. Después leí su obra y me confirmó que estaba ante una mujer excepcional.
Nacida en Lagos en 1944, de familia humilde, su destino cambió al casarse a los 16 años con el hombre con quien se había comprometido desde los 11 y con quien emigraría cuatro años después a Londres. La pareja tuvo cinco hijos antes de que el matrimonio se rompiera. Fue la suya una convivencia violenta. Emecheta cuenta en su autobiografía novelada Second Class Citizen que en una ocasión Sylvester Onwordi, que así se llamaba su marido, llegó a quemar sus manuscritos. Aquel hecho supuso la ruptura definitiva, compatibilizando a partir de entonces cuidado de hijos, trabajo y escritura y llegando a graduarse en sociología. Ella misma llegó a definirse como una escritora no “a pesar de ser madre sino precisamente desde ahí”.
En 1983 apareció junto a Salman Rushdie y Martin Amis en la primera edición de la lista de Granta de los «Mejores novelistas jóvenes británicos». De 1982 a 1983 Emecheta, junto con su hijo Sylvester, que era periodista, dirigió la Ogwugwu Afor Publishing Company. Escribió más de 20 novelas (no todas recibieron críticas positivas) y obras de teatro en su vida, abarcando temas que van desde la maternidad a la independencia y la libertad de las mujeres a través de la educación. En 2005, le fue otorgada la Orden del Imperio Británico.
En castellano podemos leer: Kehinde 1994 (Étnicos de Bronce, 1996 y La otra orilla, 2008) y Las delicias de la maternidad 1979(Ediciones Zanzíbar, 2004). Aunque hay que advertir que están descatalogadas.
Kehinde tiene como protagonista a una mujer nigeriana que vive en Londres con su marido y sus dos hijos y que disfruta de una vida que cambiará al verse obligada a volver a Nigeria, tras recibir el padre de familia una carta. El choque entre los dos mundos es el centro sobre el que gravita esta novela, cuya reseña podéis leer en el blog de Mary Okeke, una gran admiradora de su obra.
Pero fue sobre todo Las delicias de la maternidad la que la convirtió en una figura de primer orden dentro del mundo de las letras. Una de sus obras más aclamadas, presenta a la mujer en medio de fuerzas contrapuestas: la tradición que provoca el deseo de una familia numerosa, principalmente varones para continuar el linaje del marido y la dura realidad, que hace que la mujer se enfrente sola a su propio destino. Con esta obra se situó como la «primera novelista africana que articuló la opresión patriarcal de las sociedades africanas» * al ofrecer una «visión devastadora» del discurso patriarcal en torno a la maternidad.
«El feminismo africano está libre de las ataduras de las ilusiones occidentales y tiende a ser mucho más pragmático», dijo una vez. Ella no se consideraba feminista, como tantas mujeres africanas, sino que prefería el womanism de la escritora Alice Walker y se ponía a si misma una «f» pequeñita. Atacaba el patriarcado, las tradiciones opresoras y los prejuicios que ella misma soportó como madre soltera e inmigrante negra. Su obra, su historia, su vida novelada, fue un hito al hablar de mujeres relegadas a ser ciudadanas de segunda, empujadas a una vida de procreación y servidumbre. Su llamada era clara: «las mujeres negras de todo el mundo deben volver a unirse y volver a examinar la forma en que la historia nos ha retratado».
Buchi Emecheta, que admiraba a Flora Nwapa, se desvió de los temas sobre los que trataban muchos de los libros de la literatura poscolonial; injusticia del colonialismo (aunque este también lo incluyera en sus obras), guerras, hambre, imposición cultural… para centrarse en la mujer, reivindicar su lugar y hacer oír su voz. A través de su obra las rescató y nos la presentó trazando unos impactantes retratos llenos de profundidad y vivencias. Escribió las historias de las vidas de las mujeres “para llamar la atención sobre las relaciones desiguales de género y de clase que trascienden las fronteras raciales y geográficas “.
*Escribir en femenino. Icaria. Beatriz Suarez, Belén Martín Lucas y Mª Jesús Fariñas Busto.

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