Miano, Léonora Novela

«La estación de la sombra» o la esclavitud vista por los que se quedaron

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La novela de Alex Haley, Raíces (¿quién no recuerda a Kunta Kinte?), con la que obtuvo el Premio Pulitzer en 1977 (a pesar de que su autor se vio envuelto en varias polémicas), supuso un éxito total y grabó un buen puñado de imágenes sobre la esclavitud en nuestro imaginario, sobre todo cuando se adaptó a la pequeña pantalla. Once años después, Toni Morrison conseguiría también el Pulitzer con una novela enraizada en la esclavitud, Beloved, pero con un enfoque diferente. Y antes, mucho antesUkawsaw Gronniosaw, Olaudah Equiano «El africano» (su autobiografía está traducida al castellano) o Venture Smith, contaron sus vidas desde el momento de su apresamiento en su África natal.

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La esclavitud es un fenómeno que no ha desaparecido; en la actualidad sigue existiendo en muchos países del mundo y África no es la excepción-Mauritania, Níger o Malí son un ejemplo de la perdurabilidad de esta práctica– y lo que es más ha adoptado nuevas formas. Sin embargo, me voy a centrar en la trata de esclavos atlántica (ya que es el contexto en el que se desarrolla la novela de Miano), que propició que las economías de los otros países que participaban en el sistema esclavista africano florecieran a sus expensas, y diezmara a la población africana de una manera salvaje.

Es cierto que «En África, como en otros continentes, la esclavitud no era desconocida antes de la llegada de los europeos» (pero sí había una diferencia sustancial: «en este continente el esclavo poseía derechos cívicos y derechos de propiedad, existiendo además, múltiples procedimientos de emancipación» y no era considerado como una «cosa» tal y como ocurrió con el tráfico transatlántico). Del mismo modo, también «un creciente número de intelectuales africanos reconoce sin tapujos que los africanos y sus instituciones tienen parte de responsabilidad en la totalidad del fenómeno del tráfico de esclavos» afirmación sobre la que habría mucho para discutir.

También lo es que Zanzíbar fue uno de los principales enclaves para el comercio de esclavos por parte de los árabes (el escritor Abdulrazak Gurnah escribió en 1994 la novela Paraíso para desafiar los discursos maniqueos construidos por el colonialismo en torno a que la razón final del mismo fue poner fin a la esclavitud árabe). Pero fue el sistema esclavista que se impuso desde 1441 con el tráfico de los primeros esclavos africanos llevado a cabo por los portugueses el que minó humana y económicamente al continente de un modo tal que aún hoy en día sufre las consecuencias.

El recientemente fallecido Rafael Chirbes afirmaba en una entrevista que «La literatura que no es conocimiento no es nada«. En este sentido esta novela lo aporta, sin duda, narrando desde un punto de vista diferente lo que supuso la esclavitud, a la vez que nos introduce en una comunidad sub-sahariana desconocedora de los acontecimientos que la amenazaban: esclavitud y colonización. Como muy bien explica la periodista Ángeles Jurado, «La estación de la sombra no es una novela histórica: es un libro que habla del aspecto humano de la Historia.

En dos de sus anteriores novelas Miano ya rondaba en torno a lo que es el centro de La estación de la sombra. En su primera obra, El interior de la noche (2005), una mujer regresa a su país en plena guerra civil cuando la milicia amenaza con reclutar a los niños y llevarse a las niñas. Desde su mirada, que tiene el enfoque de la nuestra, irá adentrándose en la vida de su pueblo y acabará buceando en la naturaleza del ser humano y sus reacciones (inacciones, omisiones) ante la barbarie para señalar también la hipocresía con que se juzgan ciertos hechos sobre otros. Después, en Les aubes écarlates (2009) y enlazando con una historia sobre los niños-soldado (otra forma de esclavitud) dará voz a aquellos que permanecen engullidos y olvidados en algún lugar del océano Atlántico.

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«Rara vez se habla de los que se quedaron en el continente -continua la escritora- Lo que me interesaba reflejar es cómo la trata negrera influyó en la intimidad de la población que la sufrió. Cómo se vivió en el plano privado. El lector toma conciencia de algo que no se cuenta en los textos sobre la trata y que es evidente. Habla de la pérdida de seres queridos. También de las formas de resistencia que se opusieron a esta situación. No de las armadas, aunque las hubo. Hablo de formas de resistencia individuales, quizás más frágiles pero igualmente poderosas para mí. Del cautivo que se niega a caminar hacia la costa hasta saber por qué le llevan. Del que se niega a alimentarse, arriesgándose a perder la vida y desafiando las creencias de sus ancestros, que no aceptan el suicidio. De los que huyeron y tuvieron que refugiarse en tierra extraña y reinventar su vida».  (Leónora Miano-«Las pequeñas grandes historias de Leónora Miano«. África no es un país, Ángeles Jurado)

La novela nos introduce en la vida de un clan (los Mulungo) que, tras un incendio, han perdido a una docena de sus hombres, entre los que está el guía espiritual, también la curandera ha enfermado de manera súbita. Mientras «El día se prepara para ahuyentar a la noche» el desconcertado Consejo de Sabios que no encuentra respuesta en su dioses toma una decisión tras consultar a Ebeise, la primera esposa del guía espiritual. Ésta propone que las madres de los diez jóvenes sean encerradas para que el dolor no se expanda por toda la aldea. Las mujeres apartadas, se sienten tratadas como malhechoras y su dolor, según los usos del clan, no se puede manifestar. La trama se llena, entonces, de voces susurrantes que hablan desde regiones oníricas, en una mezcla de sueño y realidad, desde las que los jóvenes llaman a sus madres y las reclaman.

Se iniciará un viaje con el jefe del clan y tres madres para intentar descubrir lo que ha ocurrido. El cercano país bwele siempre ha sido amigo del clan Mulungo (¿por qué razón habrían de dejar de serlo?) y ahora les piden ayuda para esclarecer lo sucedido. La vida del clan se enfrenta a algo desconocido sobre lo que no tienen control alguno y que alterará para siempre sus vidas. A pesar de tratarse de una historia de esclavitud, ésta no se menciona. Son los sentimientos de las personas que sufren la pérdida los que aparecen y se manifiestan. Es el dolor más profundo del que ha perdido lo que más ama y la necesidad de saber qué ha ocurrido, entender a qué se debe la desaparición y la violencia. Sin duda, los extranjeros que vienen de fuera han tenido mucho que ver en la tragedia y en la situación que el clan tiene que soportar.

Miano compone una historia muy bien documentada que nos mete de lleno en la vida de una aldea con sus normas, creencias y modo de vivir que se enfrenta a algo que amenaza con hacerla desaparecer. Además lo hace desde unas premisas nuevas y originales. Al escamotearnos lo ocurrido, centra la visión en las vivencias y comportamientos de los que la sufren mostrándonos un «momento» atroz y crucial de la historia de África desde el prisma de una pequeña colectividad y consiguiendo que comprendamos hasta qué punto todo se derrumbó a partir de entonces y cómo tuvo que volver a renacer y reinventarse. Y hasta qué punto también todos salimos perdiendo.

Se pone a cantar la canción que tatareaba al coger a su hijo en brazos. Canta, pronuncia el nombre del muchacho varias veces: Mukudi, así se llama. Pronunciar su nombre la tranquiliza. Ni por un momento piensa en que haya fuerzas ocultas que puedan adueñarse de su vibración al nombrarlo. Esta creencia, una de las más arraigadas en la comunidad, le parece de pronto una estupidez. El hecho de ser nombrado es lo que hace existir a lo que vive. Al enunciar el nombre del hijo mayor, lo trae de vuelta a casa y consolida su presencia (pág. 137)

Ficha:

  • Título original:  La saison de l’ombre (2013)
  • Idioma: Original: Francés
  • Traducción al castellano: Casa África (2015)
  • Traductor: Arancha Mareca
  • Nº páginas: 214
  • Premios: Prix Femina 2013

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Introducción: Fuentes: «De Bartolomé de las Casas a Toni Morrison: narrativa de la esclavitud«. La revista de las Bibliotecas de Vila-real; «Presente y pasado en la esclavitud africana«.Trinidad Tuttolomondo, Afrol news.
La imagen que abre el artículo es una fotografía de las esculturas sumergidas bajo el agua de Jason deCaires, en  Grenada, en recuerdo de las personas que murieron ahogadas durante los años que duró el tráfico de esclavos.

7 comments on “«La estación de la sombra» o la esclavitud vista por los que se quedaron

  1. Excelente artículo. Muy interesante. Gracias por compartirlo con aquellos que seguimos este blog. Un cálido saludo

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  2. Gracias 🙂 Por las menciones y por hablar del libro ¿Te llegó la versión española que publicamos hace nada? 🙂

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    • El descubrimiento del libro te lo debo a ti. Desde que hiciste el artículo de Miano me entraron ganas de leerlo. Sí, lo leí en castellano. Un abrazo.

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  3. Arancha Mareca

    No se puede contextualizar, condensar ni expresar mejor el contenido y mensaje del llibro. Chapó Sonia. Un abrazo.

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  4. Pingback: Frente a la esclavitud surgen múltiples preguntas | ONG AFRICANDO SOLIDARIDAD CON AFRICA

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