
Hace casi un año asistíamos con admiración al alzamiento de una multitud de burkineses ante el intento de su presidente Blaise Compaoré, que llevaba 27 años en el poder, de reformar por enésima vez la constitución para poder ser reelegido. Fueron dos días de revueltas populares que nos trajeron imágenes de una sociedad civil que tomaba las calles, queriendo hacerse escuchar: “No dejaremos la calle hasta que el presidente anuncie su partida«, afirmaban. Y lo consiguieron.
El periodista José Naranjo publicaba ayer, 17 de septiembre, un artículo «Un nuevo tiempo para Burkina» en el que trazaba un recorrido por la historia reciente del país hasta la convocatoria de elecciones que debía de celebrarse el próximo 11 de octubre, pero tuvo que publicar otro a renglón seguido tras el golpe de estado contra el gobierno provisional que dinamitaba la transición en Burkina Faso.
Uno de los tres candidatos que tenía posibilidades (quizás el que menos de los tres) de ser elegido presidente era Bénéwendé Stanislas Sankara que se presentaba con «una coalición de nueve partidos que se consideran herederos de la revolución liderada por Thomas Sankara en los años ochenta«. El Sankarismo no había muerto en ningún momento, a pesar del asesinato hace ya 27 años (los mismos que llevaba Compaoré en el poder) del llamado «Che Guevara negro«.
El autor de una ilusionante revolución
Si se mira desde un avión, mientras se sobrevuela Burkina Faso, se pueden ver grandes extensiones de techos de hojalata, el horno inmenso en el que se hacinan los pobres. Ante esa visión desgarradora, las palabras de Thomas Sankara fueron una bocanada de esperanza: “Mi sueño es sacarlos de ahí. Si mi pueblo no puede vivir dignamente, no hay revolución. La revolución no es una palabra, es acción”.
Thomas Sankara fue un líder revolucionario (panafricanista, militar, internacionalista, marxista y admirador de Nelson Mandela y Ghandi) que llegó a gobernar Burkina Faso, nombre creado por él y que significa «el país de los hombres íntegros», durante cuatro años (1983-1987) tras acceder al mismo por medio de un golpe de estado, en el que le acompañó su amigo del alma y compañero en la revolución, Blaise Compaoré.
El uso del uniforme fue para él una forma de hacer política, repudiaba la guerra y ponía en el centro de la revolución la liberación de la mujer (lo que le llevó a prohibir la mutilación genital femenina, los matrimonios forzados y a nombrar a mujeres en altos cargos gubernamentales, alentándolas a trabajar fuera de casa), sin duda uno de sus mayores éxitos, sin precedentes en África. Luchó contra la corrupción y el enriquecimiento de la clase dirigente, bajó los sueldos a los funcionarios, quitó los lujosos coches y viajes oficiales y gobernó desde la austeridad. Devolvió la tierra a los campesinos y promovió la autosuficiencia para no depender de la ayuda exterior «La ayuda tiene que matar a la ayuda“, dijo. Además, se enfrentó a los organismos financieros internacionales, atreviéndose a decir, en voz alta y clara, que su país no pagaría la deuda externa que consideraba ilegítima.
”Yo quisiera simplemente completar y decir que la deuda no puede ser reembolsada. La deuda no puede ser reembolsada porque, en primer lugar, si no pagamos, los prestamistas no se van a morir. Estemos seguros de esto. En cambio, si pagamos, somos nosotros los que vamos a morir” (Cumbre de la Organización para la Unidad Africana en Addis Abeba, 1987).
Instauró una forma de hacer política que levantaba ampollas en Occidente (sobre todo en Francia) y en muchos líderes de países africanos. Tal y como señala el escritor Antonio Lozano (autor del libro El caso Sankara) «El sankarismo se había convertido en el máximo referente político en el continente africano para todos los pueblos que aspiraban a la transformación de sus sociedades«. Sankara se convirtió, por decirlo de forma sutil, en un personaje incómodo. A lo que se sumó la soledad en la que se sumergió por el rechazo de sus propios compañeros, entre otras razones por la rapidez con la que quería llevar a cabo las reformas. En 1987 su amigo de confianza y de revolución, el capitán Blaise Compaoré, «protagoniza un alzamiento con ayuda de Francia y liquida una de las revoluciones más ilusionantes que ha vivido África«.
Sankara y la revolución
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Sankara y la revolución es una historia gráfica que ha publicado la Editorial Wanafrica (se puede encontrar en castellano y en catalán) y que en su primera edición en francés se tituló «Sankara y Blaise». Su autor, Vianney Raynal, Viané, es un artista pluridisciplinar que profesa una gran admiración hacia el líder revolucionario al que ha querido rendir un homenaje (con anterioridad le dedicó una canción también). Sin duda Sankara levanta pasiones y Viané comenzó a buscar información para crear este cómic tras las revueltas populares del año pasado, en donde el espíritu del líder revolucionario sobrevoló con más fuerza que nunca desde su asesinato.
Confiesa que no es dibujante y ha creado el libro a partir de fotografías lo que hace que reconozcamos en múltiples viñetas algunas de las instantáneas más conocidas del que fue presidente de Burkina Faso. Tanto en solitario como en compañía de líderes africanos/franceses o de sus amigos, compañeros y familia, los dibujos (de gran colorido) nos sumergen en el momento en el que fueron obtenidas las imágenes lo que produce que empaticemos con lo que se nos cuenta.
Además Viané se ha documentado en profundidad. Hay una mezcla de frases sacadas de los discursos que Sankara pronunció junto a otras fruto de su imaginación, que el autor desde la primera página ha querido separar por medio del uso de dos tipos de «bocadillos» según las palabras hayan salido de la boca de Sankara o no. Se trata de un cómic con abundacia de texto, Viané conoce la importancia que tuvieron las frases del líder (uno de los rasgos más reseñables de su personalidad fue su capacidad dialéctica), por lo que el uso de las mismas es constante en toda la obra: «Patria o muerte. ¡Venceremos!», «Debemos preferir la fuerza del argumento al argumento de la fuerza», «Un hombre, por muy oprimido que esté, encuentra siempre alguien a quien oprimir: su mujer» o «¡Preferimos dar un paso adelante al lado del pueblo que cinco sin el pueblo!»
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El cómic tiene cinco partes que recorren desde el golpe de estado hasta el momento de la traición. No se escatiman algunas decisiones muy duras que Sankara tuvo que tomar y se muestra la sensación de aislamiento con respecto a los líderes del resto del continente que sentía el revolucionario (sensación de soledad que también sentirá en el seno de los suyos). Además, se plasman las relaciones que Campaoré fue consolidando y que al cabo le pusieron en el lugar que deseaba. Se convirtió en un aliado de Francia, consiguió la la ayuda del señor de la guerra Charles Taylor (quien mantenía una estrecha relación con el marfileño Houphouët-Boigny) y del máximo dignatario de Libia, Gadafi.

Pero sobre todo Sankara y la revolución es la historia de una amistad que se tornó en traición. De su mano comprobamos la relación que unía a los dos hombres y que incluía a sus propias familias; Blaise visitaba con frecuencia a los padres de Sankara que le querían como si fuera su propio hijo, y éste fue el primero que conoció su enamoramiento de la joven Chantal, próxima al círculo de Houphouët-Boigny, cuya elección le disgustaba profundamente. Se verá también hasta qué punto el capitán confiaba en su amistad, a pesar de que a medida que fue transcurriendo el tiempo, los rumores no hicieron sino confirmar lo que él ya sabía: Blaise ambicionaba el poder y era capaz de atentar contra él para conseguirlo, hasta el punto de afirmar: “Usted nunca oirá decir: ese que va por ahí es el antiguo presidente de Burkina Faso. Pero seguramente sí escuchará decir: esa que está ahí es la tumba del presidente del País de los Hombres Íntegros”.
Muchos, como el autor de este cómic, siguen recordando la figura de Sankara y piensan que la manera de hacer política que puso en marcha quizás habría dado la vuelta de manera radical al continente. Es cierto, le asesinaron y ni siquiera hoy en día ha habido justicia para él (otra lucha digna es la de Mariam Sankara y sus hijos para acabar con la impunidad). La investigación del asesinato fue silenciada y sólo se reabrió a partir de las revueltas del año pasado y la salida de Compaoré del país (pero no de muchos de sus seguidores que continuaron en el mismo). Este cómic le rinde un merecido homenaje y nos ayuda a todos (no sólo al público más joven) a recordar quién fue (con sus luces y sus sombras), qué hizo y por qué luchó. Algunos (muchos) esperan que sus palabras y sobre todo sus acciones no mueran nunca:“Aunque los revolucionarios, como los individuos, puedan ser asesinados, nunca se podrán matar las ideas”.
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La periodista Gemma Parellada nos informa que el día del golpe de estado «estaban a punto de hacerse públicos los detalles de la autopsia del expresidente burkinés Thomas Sankara«.
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Muy bien a la información q ofrece esta web, q buen artículo
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Gracias Andrés. Un abrazo. Sonia
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