Si África se considera a menudo un todo, sus islas rara vez se ven asociadas al continente. La sola mención de sus nombres alude a paraísos únicos, a los que la imaginación y la ensoñación dotan de límites propios que eluden, casi siempre, la pertenencia a ningún otro pedazo de tierra más allá de su propia imagen idílica. Pero las islas africanas parecen tener también para sus habitantes un componente de distopía de cuya génesis el resto del mundo no es ajeno.
A Mauricio, que pertenece al archipiélago de las islas Mascareñas, se la conoce como «Little India» ya que su población está formada por descendientes de los indios que fueron contratados para trabajar en sus plantaciones, lo que se convierte en uno de sus rasgos de identidad e incide en la diversidad del continente. Ananda Devi es en la actualidad la pluma más conocida de esta isla sobre la que el premio Nobel J.M.G Le Clézio (que proviene de una familia bretona emigrada a la isla) afirma que en ningún otro país del mundo existen tantos escritores por kilómetro cuadrado como en Mauricio. Sin embargo, apenas hay traducidas al castellano dos de sus obras: la que comentamos hoy y Pagli (Ediciones del Bronce, 2002).

En Suspiro, el ciclón Hollanda ha hecho imposible la vida en Port Mathurin, capital de Rodrigues islote muy próximo a Mauricio al que pertenece, castigados por la sequía la disentería y la escasez de pesca un puñado de lugareños decide emprender un viaje hacia Soupir en el otro extremo de la isla, lugar en el que ponen sus esperanzas de futuro. La novela irá descubriendo las historias individuales de los miembros de la expedición al tiempo que nos habla de la isla desde un punto de vista muy alejado del argot turístico.
Suspiro es quizás mi novela más compleja, la más completa y la más ignorada. Para mí, este libro es un laberinto que conduce de un personaje a otro. Nunca acabamos de conocerlos perfectamente, ya que son ambiguos, ya que callan sus secretos. (Ananda Devi)
La isla
A pesar de que la narración se construye en Rodrigues, se alude a Mauricio como «el lugar de los grandes males», pero donde se expanden, construyen y se desarrollan, mientras ellos se ven desalojados de todo por el último fenómeno natural que acaba por ahogar sus vidas. Es una lejanía que también se denuncia en la desidia de los gobernantes que no tienen interés en ayudar a la isla a salir de la situación catastrófica en la que ha quedado tras el ciclón.
Hasta ahora, Rodrigues ha sido un lugar incómodo consigo mismo. Formamos parte de Mauricio, pero Mauricio es muy lejana, muy distinta. No nos une nada. Nosotros somos la última isla habitada al este de África. La balsa que naufraga eternamente. (pag.25)
Frente a la idea de espacio edénico vivido por seres hermosos y exóticos, bello y onírico, tranquilo y sosegado, Devi contrapone un lugar arrasado, del que emergen como náufragos los pobladores de la isla, auténticos desposeídos atravesados por varios tipos de violencias.
Nuestra pequeña isla que no era pequeña en absoluto, sino innombrable, perversa, mágica, embrujada, y que solamente nos abría su cuerpo para un breve encuentro antes de volverse a encerrarse en su oscuridad y su misterio, antes de rechazarnos para siempre, condenándonos a errar en busca de sus instantes perdidos.
Isla real, irrealizada, soñada, nunca acabaremos de descubrirla ni de odiarla. (pag.109)
La isla emerge, así, como lugar al que se pertenece pero no se llega a conocer nunca y también como el sitio del que no se quieren marchar. Devi propone unos personajes que hacen la isla y que también soportaron críticas desfavorables; como la del poeta de Mauricio, Édouard Maunick quien afirmó que Rodrigues no es así, allí no hay asesinos, es pacífica y tranquila. J.M.G. Le Clézio escribió entre 1985-1986, El buscador de oro y Viaje a Rodrigues, y afirmó que es «un lugar infinitamente salvaje, no es un lugar hecho para el hombre».
A la deriva de uno mismo

La obra se divide en tres partes en una compleja estructura que no es lineal. La primera parte transcurre en Port Mathurin desde la que Devi dotando a sus personajes de voz propia alumbra una individualización frente al concepto de homogeneidad que suelen ilustrar las postales turísticas. Las voces que hablan son las de los habitantes de la isla que denuncian el resultado del turismo y el avance implacable de la industrialización y el capitalismo. Turismo sexual, en definitiva, que soportan las mujeres y las niñas de la isla, globalización que soportan todos los habitantes de la misma.
Hasta entonces, había pocos turistas en Rodrigues. Todos se paraban en Mauricio, en las Seychelles, en Reunión. Nuestra pequeña piedra ciclónica no atraía a nadie. Un pequeño aeropuerto, pocas carreteras, casi ningún coche decente, ningún hotel, ningún lujo, ningún ocio. Aparte de nadar o pescar. Luego se construyó un hotel, y después dos. Empezaron a descubrir nuestra naturaleza aún salvaje y nuestra forma de vida, que no había cambiado. Nuestras islas cubiertas de pájaros. Nuestras catedrales de corales intactos. De repente, Rodrigues se convirtió en un «destino». Nosotros, capturados por nuestro pasado-presente incierto, dudábamos entre el rechazo a la modernidad y las ganas de lo que no podíamos tener, mirábamos todo aquello preguntándonos qué nos traería el turismo. Gente con dinero, dispuesta a pagar un buen precio por nuestro exotismo. ¿Y nosotros? ¿Qué se nos pediría que vendiésemos?.
De momento a nuestras hijas. (pág. 42)
Bwa Mor es un bosque muerto, «Me pareció que en Rodrigues todos éramos como aquello: cortezas vacías, muertas ya, que deambulaban con una inmovilidad en la mirada, con el corazón petrificado por un sufrimiento antiguo» (pág.105), que alude a la sequedad y la violencia que se va descubriendo en las vidas individuales del grupo. Los personajes que aparecen y van hilando sus historias, son complejos y no enseñan todas sus cartas, iremos conociendo hilos conductores gracias a la narración de otro personaje. Todos ellos se muestran como seres ensombrados, misteriosos y guardadores de sus propias vidas, que apenas nos dejan vislumbrar. Las mujeres siguen contando con el mayor protagonismo y así conoceremos la monstruosa historia de Pitié, que será violada siendo niña por un turista que regresará en años sucesivos convirtiendo a Pitié en un ser reducido a un cuerpo al que usar, golpear y mancillar.
Finalmente el tercer lugar, Soupir, no es lo que ellos esperaban. En realidad, se trataba de una huida de si mismos, de lo que son y de lo que les han avocado a ser. «Íbamos a estar en una isla dentro de una isla. Náufragos que naufragaban de ellos mismos voluntariamente.» (pág.45) Devi, tras una narración de pesadilla, plantea el final de un mundo que ya no tiene cabida en este y de unos seres que tampoco parecen esperar nada más.
No era la marcha de la esperanza, sino más bien la del abandono. Exiliarse en esta isla que era en sí misma un exilio de todo. (pág.129)
Ficha:
- Título original: Soupir (2002)
- Idioma: Original: Francés (Editions Gallimard)
- Traducción al castellano: Editorial El Cobre, S.A (2004)
- Traductora: Isabel Olid
- Portada: Fotografía de Alexander Low
- Páginas: 207
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