
El vino de palma es una bebida que se obtiene de las palmeras, en su parte superior, en la corona de la palma aceitera, se hace una incisión en el cogollo más alto y se coloca un recipiente para recoger la savia. Luego se deja fermentar donde no haya mucho calor para que no se avinagre y se conserva en calabazas en un lugar fresco. El vino de palma juega un papel importante en muchas ceremonias en algunas partes de Nigeria sobre todo entre los Igbo y en África central y occidental en diversos lugares. Recibe múltiples nombres, «nkwu Elu» (igbo) «doka» (Ghana) o «poyo» (Sierra Leona) por citar algunos de ellos.
Esta bebida aparece en muchas obras literarias africanas junto a la nuez de cola. El congoleño Emmanuel Dongala tituló a su colección de relatos «Jazz et vin de palme» y varios de los personajes de Soyinka consumen esta bebida, pero fue Amos Tutuola quien hizo del vino de palma el protagonista de una innovadora novela.

Su novela más conocida, «El bebedor de vino de palma«, comienza con estas palabras: «He sido un bebedor de vino de palma desde que tenía diez años. No he hecho otra cosa en mi vida que beber vino de palma. En aquellos tiempos el único dinero que conocíamos eran los caracoles, así que todo era muy barato y mi padre era el hombre más rico del pueblo. Mi padre tenía ocho hijos y yo era el mayor. Todos los otros trabajaban muy duro, pero yo era un maestro bebiendo vino de palma. Bebía vino desde por la mañana hasta por la noche y desde por la noche hasta por la mañana. Ya en aquellos tiempos no podía beber agua corriente, sino vino.«

Tutuola nació en Abeokuta en 1920, de familia perteneciente a los yoruba, su padre fue un agricultor. Sus comienzos no fueron fáciles, para poder ayudar a sus padres tuvo que dejar de ir a la escuela. De joven practicó diversos oficios: desde cartero hasta vigilante nocturno en un almacén para sobrevivir. Después fundó el Mbari Club, asociación de escritores nigerianos, fue profesor universitario en la Obafemi Awolowo de Nigeria y trabajó en el programa internacional de escritura creativa de la Universidad de Iowa (EEUU). Murió con 76 años en su tierra natal. Detrás había dejado una obra interesante y no exenta de polémica. Escribió, entre otras, My Life in the Bush of Ghosts (Mi vida en la maleza de los fantasmas, Siruela 1954), Simbi and the Satyr of the Dark Jungle (1955), The Brave African Huntress (1958) o The Witch-Herbalist of the Remote Town (1981).

Esta es de manera muy resumida su vida, pero ¿cuándo tomó Tutuola la decisión de escribir?, ¿cuál fue su camino?. Tutola solía explicar que desde los tiempos en los que iba a la escuela ya era un contador de historias. Su hijo, Yinka Tutuola, en una entrevista [en] explicaba que su padre estaba siempre escribiendo, sin descanso, de día y de noche, y que nada podía evitar que lo hiciera. Su primera novela fue The Wild Hunter in the Bush of ghosts y cuando la terminó la envió a una editorial inglesa con una nota muy curiosa: el autor se ofrecía a enviarles las fotografías de los fantasmas que protagonizaban la obra. La editorial no quiso dejar pasar aquella oportunidad de oro y aceptó, pero cuando recibió el envío de Tutuola comprobó que en lugar de fotografías el escritor había enviado unos simples dibujos de fantasmas. La anécdota muestra la manera de ser de Tutola, añadía imaginación y osadía cuando le faltaba realidad.

«El bebedor de vino de palma» para la que eligió un inglés que no dominaba frente a su lengua natal, narra el viaje que tiene que realizar el protagonista cuando su sangrador se cae del árbol y muere. La novela se mueve entre lo fantástico y lo irreal, entre la vida y la muerte, entre lo natural y lo espiritual. Tomando como base los relatos de la tradición oral de su pueblo, el escritor inventó una historia cimentada en ese estilo, logrando un texto lleno de riqueza, imaginación y sorpresa.
Sin embargo, cuando se publicó en 1952 no fue bien recibida en Nigeria. En su tierra natal arreciaron las críticas: el protagonista era un borracho y encima analfabeto, la imagen que Tutuola daba de África era negativa y deshonrosa. Además estaba escrita en un mal inglés, repleto de repeticiones, frases inconexas, fallos gramaticales y errores sintácticos. Wole Soyinka, en cambio, opinaba que la obra de Tutola constituía la mayor aportación realizada a la literatura africana del siglo XX y Chinua Achebe también la destacó.

La obra de Tutuola se tomó como exótica en Europa, una curiosidad, una rareza. ¿Estaba mal escrita la novela porque se escribía desde la tradición oral?, ¿se había de tratar con desdén una obra escrita en un inglés lleno de errores porque estaba en las antípodas de nuestra manera de concebir la narración y la escritura?, ¿tan pequeño y estrecho es nuestro mundo que no cabían en él otras expresiones por extrañas y ajenas que nos parecieran?…La crítica de la época parece condescendiente. Por ejemplo, en 1967 Martin Tucker escribió con débiles elogios, «los nigerianos lo consideran como un primitivo que no muestra ningún deseo de salir de su hábitat primitivo. Sin embargo, es probable que con el tiempo se vea como un verdadero talento, no sólo como un fenómeno que introdujo las barbaridades exóticas de la selva africana en los salones del mundo» [1].
Nacido en Uganda en 1939, Taban Lo Liyong, poeta y escritor de ficción y crítico literario, y feroz opositor del sistema post-colonial educativo que se implantó en África oriental, opinaba de esta manera: ¿Escribe Tutuola fuera de la gramática?.Sí. Pero James Joyce está más fuera de la gramática que Tutuola. Ezekiel Mphahlele siempre ha dicho y escrito que los escritores africanos están destrozando el inglés. ¿Destrozar? ¿No destrozó el inglés mucho más James Joyce? La obra de Mark Twain «Huckleberry Finn» está escrita en nueve dialectos. Está considerada un clásico. Aceptamos su incorrecta gramática y la olvidamos para superarla e indagar sobre lo que Mark Twain nos quiso contar. [2]
Gracias al poeta Dylan Thomas que la acogió y defendió con entusiasmo, lo mismo que T.S.Elliot, y a Raymond Queneau quien la tradujo al francés (como curiosidad comentar que el nombre de Tutuola era tan poco conocido que se pensó al principio que la obra la había escrito Queneau bajo un seudónimo) la novela fue siendo cada vez más conocida, logrando que el escritor fuera conocido internacionalmente.
En último término, su publicación lo que supuso fue la irrupción de un nuevo modo de contar el mundo: el africano. Con el tiempo «El bebedor de vino de palma» fue ganándose el respeto, incluso entre sus colegas africanos, y está considerada un clásico, llegando a encontrar su propio lugar, el que le corresponde a una obra original, bella, nueva y única, narrada desde la honestidad de querer transmitir un mundo propio, con su propio lenguaje, con toda su complejidad y riqueza.
Muy interesante.
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Sí que lo es. Un abrazo
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