Hace 30 años se producía el primer naufrago en las costas gaditanas. El documental dirigido por Fernando Santiago y con guión de Nicolás Castellano, El naufragio, treinta años de historia sumergida nos habla de él.
Este mismo año también se conmemoran los 20 años desde la primera tragedia documentada en las islas Canarias.
Se suceden las fechas, los números y, sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido no podemos hablar en pasado.
El primer escritor en lengua castellana que ficcionó pateras y se sumergió de manera crítica en esta situación fue Donato Ndongo en El sueño (1973). Desde entonces, otros escritores han querido plasmar por escrito, bien mediante la novela bien mediante el ensayo o el testimonio el drama de estas personas que se ven obligadas a realizar un viaje, para tratar de conseguir una vida mejor, en condiciones inhumanas. Hay quien lo ha hecho en primera persona (La Tierra prometida de Pathé Cisse, Diputación de Cádiz o Partir para contar de Mahmud Traoré, Editorial Pepitas de calabaza) o quien ha preferido utilizar la ficción para mostrar otros ángulos no tan examinados; como es el caso de las mujeres que se quedan esperando a sus maridos o hijos en los países de donde parten (Las que aguardan de Fatou Diome, Editorial Casa África).
Sus lecturas remueven, levantan enfados, generan incomodidad. A la hora de tomar conciencia, los libros tienen mucho que decir. La recientemente fallecida Toni Morrison escribía en El origen de los otros (Lumen, 2018) lo siguiente: “La narrativa ofrece un terreno baldío, controlado, una oportunidad de ser el Otro, de convertirse en el Otro. El forastero. Con compasión, con lucidez y con el peligro de caer en el examen de conciencia”. Sin duda, los libros nos ayudan a meternos en las pieles de otras personas, empatizar y comprender, nos acercan.
Este mismo camino es el que ha seguido el escritor y periodista José Naranjo. Siempre ha aparecido de soslayo en este espacio, con su labor continua de reportero-hormiga, trayendo historias, removiendo conciencias, demoliendo ideas previas, horadando en el muro de la indiferencia, el egoísmo y la falta de escrúpulos. Este 2019 también es una fecha señalada para él: son ya 20 años desde que se publicó Los invisibles de Kolda (Península, 2009).
Siempre, antes y después, la palabra ha rodeado la vida de este hombre empeñado en contar lo incontable, por difícil, aquello que está dentro de lo más dentro, desde el lado más humano. Tanto como freelance, inmerso en el continente africano, como después completando libros. El primero fue Cayucos (2006). En 2009 se dirigió a Kolda, Senegal, lugar del que se nutre de voces (y homenaje) su segundo libro Los invisibles de Kolda.
El 23 de abril de 2007 un cayuco con 160 jóvenes a bordo zarpaba de la desembocadura del río Casamance con destino a las islas Canarias. Sin embargo, esta embarcación nunca llegó a su destino. El periodista reconstruyó la historia de este cayuco y de las vidas que se perdieron para siempre. Historias que él, junto con el fotógrafo Magec Montesdeoca, rescató del olvido. Pero, además, no quiso dejar de lado la denuncia clara y valiente. El compromiso y la alineación en búsqueda de la justicia, son otros de los rasgos característicos detrás de la firma de los escritos de este periodista.
En el libro, Naranjo escribe:
«…los miles de muertos de la inmigración clandestina, al igual que yo mismo y que ustedes, estamos todos hechos exactamente con los mismos huesos y tendones, es la misma sangre la que recorre nuestras venas y arterias, y las mismas conexiones neuronales son las que alimentan nuestro cerebro y nos permiten pensar. Y son los mismos brazos, las mismas piernas, idénticos cabellos y orejas. Y la piel es la misma en sus infinitos tonos y matices, igual que los alientos, los suspiros y los susurros de amor. Son las mismas palabras con distintos idiomas, la misma lengua y vísceras y entrañas.»
Este mismo año, ha sido galardonado con el Premio Saliou Traoré de Periodismo en español, instituido por Efe y Casa África por sus crónicas africanas. La colección de dichas narraciones se ha publicado en lo que es su tercer libro, El río que desafía al desierto (Azulia) en las que África y sus gentes son las grandes protagonistas.
A falta de leerlo, me pregunto si ha continuado por el camino que emprendió con Los invisibles de Kolda, si ha vuelto a levantar historias que rebasan los límites del lenguaje puramente periodístico para, huyendo de la tan temida (y usada a menudo) sensiblería teñida de buenismo, llevarnos y traernos por los caminos menos transitados de las voces más buscadas, aquellas que una vez escuchadas, leídas y acompañadas, formarán parte de nuestras áfricas más cercanas. Si, como acostumbra a hacer arroja, de nuevo, luz. Puedo pensar que sí, no en vano le han llegado a nombrar “El Kapuscinski local”.
Qué libros tan necesarios…
Me gustaMe gusta
Muy importante resumen sobre las publicaciones acerca al fenómeno migratorio africano. Sin embargo, creo que se ha equivocado citando el nombre del autor del libro Partir para contar…en vez de Pathe Cissé es Mahmud Traore el autor.
Me gustaMe gusta
Tienes toda la razón. Ha sido un lapsus al mezclar el libro de Cissé, que José Naranjo menciona expresamente en el libro, con el de Traore. Lo he solucionado y pienso que ahora está aún más completo gracias a ti. Muchas gracias por corregirme. Un abrazo. Sonia
Me gustaMe gusta
Se nos han acostumbrado los ojos al horror.
Alberto Mrteh (El zoco del escriba)
Me gustaMe gusta