En Ruanda, las lenguas oficiales son el kinyarwanda, el francés y el inglés (aunque el swahili va camino de convertirse en la cuarta).
Al margen de las lenguas europeas (inglés-francés), el kinyarwanda (kinyaruanda, ruanda o kiñaruanda), de la familia linguística Níger-Congo, se habla por cerca de nueve millones de personas y puede ser entendido por cerca de veinte millones al extenderse por Burundi, República Democrática del Congo, Uganda y Tanzania, y por sus semejanzas con la lengua que se habla en Burundi (kirundi). Es el idioma en el que se relacionan y viven en Ruanda.
En 2009 el mismo presidente, Paul Kagame, que dirige el territorio en la actualidad, mediante un decreto, apartó el francés, que hasta entonces era la lengua de enseñanza, para imponer el inglés. Detrás de esta decisión se defendió la necesidad de aprender una lengua que convierta en más competitivos en un mundo global a quienes la manejan, pero muchos vieron también un componente político.
El kynyarwanda era la lengua que hablaban los ruandeses antes de la colonización. Los Banyarwanda forman un subgrupo de los pueblos batúes y agrupa a las tres etnias que hablan kinyarwanda: hutus, tutsis y twas. El lenguaje ha sido uno de los nexos de unión de las tres.
De hecho, una película lleva su nombre. Basada en testimonios de supervivientes, Kinyarwanda cuenta la historia de los ruandeses que no cedieron al odio durante el genocidio de 1994, convirtiendo las mezquitas en refugios para musulmanes y cristianos, hutus y tutsis.
Un idioma «endiabladamente» complicado
Cuando vivía allí (años 2005-2006) solía ir a una librería en Kigali de cuyo nombre no estoy segura, creo que era Ikirezi, pero sí recuerdo muy bien que estaba bastante viva y frecuentada, y sobre todo recuerdo que tenía muchos libros en kinyarwanda. Los temas favoritos eran la religión, la política, las costumbres… Y recuerdo especialmente que había bastantes dedicados a cuentos tradicionales. De estos conservo todavía algunos que tuve la suerte de poder disfrutar gracias a ediciones bilingües en kinyarwanda/francés que me ayudaban incluso en mi precario aprendizaje del kinyarwanda gracias a la disposición del texto de forma casi simultánea en ambas páginas (cuando se desfasaban los textos me volvía un poco loca intentando localizar por dónde iba el hilo en kinyarwanda, pero normalmente acababa consiguiéndolo). Eran historias de una simbología, profundidad y crudeza impresionantes. Las editoriales de estos libros eran locales. Me encantaba la vitalidad y calidad de esta librería.
Arantza Mareca. Traductora.
La literatura en kynyarwanda despega tímidamente
La preeminencia de la literatura oral ha hecho que apenas haya literatura escrita en esta lengua. En la actualidad se intenta promover el kynyarwanda entre los más jóvenes. Así, surgió la editorial Bakame en 1995 que publica libros para niños y jóvenes en esta lengua. Con la importancia que se le concede a que desde la infancia se conozca y se use este idioma.

Sin embargo, la literatura para adultos no goza de la misma aceptación. Alexis Kagame fue el primer poeta del país en este idioma. Junto a él, hay algunos otros nombres que escriben en la lengua materna, como J. Mukagugira, pero sus títulos no son conocidos.
En la actualidad, los jóvenes escritores parece que están volviendo a escribir en kynyarwanda. Entre otros nombres destaca el de Michaella Rugwizangoga.
En este sentido destaca el impulso que supone el trabajo de Huza Press @HuzaPress, la primera editorial del país que intenta mostrar otras voces, otras narrativas (que hablen de otras experiencias, historias y puntos de vista más allá del genocidio que amenaza con erigirse en «la única historia» del país) y que alienta también la escritura en esta lengua.
Entre sus plus se encuentra la convocatoria de un Premio a la mejor ficción, que en 2015 se convirtió en una antología. Si bien en su primera y segunda edición sólo admitieron textos en inglés y francés, sin embargo, su apuesta se dirige también a fomentar la escritura en la lengua materna dentro de un país que reconocen trilingüe. En la nueva edición de 2017 podrán presentarse escritores ruandeses que escriban en kinyarwanda.
Cuando vivía allí (años 2005-2006) solía ir a una librería en Kigali de cuyo nombre no estoy segura, creo que era Ikirezi, pero sí recuerdo muy bien que estaba bastante viva y frecuentada, y sobre todo recuerdo que tenía muchos libros en kinyarwanda. Los temas favoritos eran la religión, la política, las costumbres… Y recuerdo especialmente que había bastantes dedicados a cuentos tradicionales. De estos conservo todavía algunos que tuve la suerte de poder disfrutar gracias a ediciones bilingües en kinyarwanda/francés que me ayudaban incluso en mi precario aprendizaje del kinyarwanda gracias a la disposición del texto de forma casi simultánea en ambas páginas (cuando se desfasaban los textos me volvía un poco loca intentando localizar por dónde iba el hilo en kinyarwanda, pero normalmente acababa consiguiéndolo). Eran historias de una simbología, profundidad y crudeza impresionantes. Las editoriales de estos libros eran locales. Me encantaba la vitalidad y calidad de esta librería.
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