Hasta hace poco más de tres años, leer y escribir han sido para mí actos privados. Podéis creerme o no si os digo que nunca me ha gustado hablar sobre los libros que he leído, mucho menos escribir sobre ello. Os confieso que si alguien me pedía algún consejo, intentaba darle un abanico de opciones siempre con la certeza de que me podía equivocar. He recomendado siempre con recelos y, a veces, sin ser consciente del destinatario, craso error. No creo que todos los libros sean para todas las personas en todos los momentos, pero sí creo que para cada persona hay al menos un libro en muchos momentos.
Este blog (el acto de leer y compartir mis lecturas de manera escrita) ha tenido, para mi sorpresa, un efecto muy importante y no buscado en mi persona: me ha hecho, creo, leer mejor. El hecho de saber que mis lecturas, comentarios y aportaciones se valoraban por personas desconocidas que podían acceder a él, bien porque buscaban una información muy concreta sobre algún libro o autor, bien porque les interesaban las literaturas africanas, ha provocado que me esforzara en la lectura y en su comentario posterior al sentir que tenía la obligación de transmitirlo de la manera más sincera y cercana, pero también más completa y honesta. Tarea que, aún hoy y pienso que siempre, sigo y seguiré batallando.
Con los libros de este blog he vivido varias situaciones hasta el momento. La mayoría de los volúmenes los he leído en una única ocasión, de algunos no recuerdo casi nada, son una bruma en mi memoria. Otros, en cambio, son como viejos amigos a los que acudo de manera magnética una y otra vez, perpleja ante la misteriosa fuerza creadora que ha conseguido elaborar algo tan perfecto, tan conmovedor y emocionante, un universo tan rico y humano, una escritura que me abre los ojos hacia un conocimiento más profundo … con estos me ocurre que no puedo evitar volver cada cierto tiempo a sumergirme en ese mundo en el que creo que toco algo, en el que creo que algo me toca a mí.
Siento respeto hacia los libros, pero como en todo se necesita un espíritu crítico. Este blog me lo exige pero no es fácil llegar a realizarlo de manera pública y es un ejercicio del que salgo, lo confieso, con una sensación agridulce. La crítica bien expuesta, lo sé, es un valor y al cabo pienso que ejercerla no es solo algo necesario, sino también algo demandado. Y que, a pesar de su carga de negatividad, se torna en valor positivo y nos hace crecer y pensar más lejos y pensar mejor.
La distinción entre «buena» y «mala» literatura aparece por todas partes. Cuando se ha caminado un trecho por esa senda parece más fácil realizar la distinción. Pero, ¿todos los libros merecen ser leídos?, ¿quién decide si un libro es bueno o malo? y más allá podemos preguntar, ¿lo es en la medida en la que es satisfactorio o no para cada cual?. ¿Existe la objetividad?… «cuando si ni siquiera los críticos literarios se ponen de acuerdo en relación al valor de un mismo libro», aunque pensar que la única regla que vale es la que usa uno mismo para medir, ¿no es caer en un ejercicio de narcisismo?. «Es el mercado, no te engañes, el que erige a unos y sumerge en el olvido a otros»… ¿entonces, a quién creer?. Bien, podéis decirme, aceptemos que un libro puede ser «objetivamente» buena literatura… «pero si en general la gente dice que aburre y no se entiende, ¿de qué sirve que lo sea?». ¿Quizás lo que ocurre es que hay malos lectores? O, más allá, ¿qué buscamos en los libros? ¿entretenimiento, conocimiento, puro placer, pasar un buen rato o una mezcla de todo ello? y la pregunta final en lo que concierne a este blog… ¿valoramos los libros que proceden del continente africano de manera distinta?
Es difícil llegar a un libro sin que haya mediado ningún componente externo. El mercado editorial suele dejar poco margen. Otras veces funcionan los premios, las revistas especializadas o el «boca a boca». La crítica literaria ayuda a veces. Pero casi todo viene envuelto en grandes dosis de subjetividad bajo una tufillo de aparente objetividad. No es raro tener la sensación de que nos están dando «gato por liebre». Es necesario realizar muchas lecturas para poder navegar por estos mares con cierto éxito, y aún así.
Cuando inicié este blog uno de los primeros libros que comenté fue Nudos de Nuruddin Farah. El somalí es uno de los referentes literarios no solo de su país, sino del continente entero. Me pareció una obra con fallos en su ejecución, pero se veía que estaba escrita por alguien con una gran capacidad. Recomendar esta novela para adentrarse en el mundo de Farah me parece un desacierto ya que puede llegar a tener el efecto contrario y esa persona llegar a perderse obras redondas como Mapas, Regalos o Secretos. Del mismo modo, no todos los libros de Chinua Achebe han tenido igual acogida, importancia o aprecio (incluso muchas personas no consiguen llegar a entrar en Todo se desmorona, a pesar de ser grandes lectores), pero afirmar que lo que hace Achebe (o Farah) no es buena literatura es ir en contra de lo que está «objetivamente» estudiado y confirmado: que lo es, al margen de que guste más o menos, al margen de que algunas de sus obras gusten más o menos. Y yendo un poco más lejos, pondré otro ejemplo, a muchos críticos, casi fue unánime, no les tembló la mano al reseñar la penúltima novela de J.M. Coetzee (La infancia de Jesús), a pesar de tratarse de todo un Nobel de Literatura, y aún así ha habido lectores que la han encontrado sugerente y plena de significados. Nadie escribe obras maestras durante toda su vida.
Como decía más arriba, este blog me ha hecho, creo, leer mejor, pero no me ha hecho convertirme en nada. Sigo siendo una lectora que hace tres años, para su sorpresa, decidió ponerse a escribir sobre lo que leía.
Para lo bueno y para lo malo.
Cuadro de portada: «Girls with Flower” de Getahun Assefa (Addis Abeba, Etiopía 1967). www.getahun.com
Cierto, que escribir estos comentarios, por lo poco que he podido visitar, no parece haberla cambiado, y eso para mi es lo mejor, no perder esa chispa inicial es lo mejor para quienes lean a un autor, porque ese entusiasmo delicado y dedicado del inicio hace que se dé un supremo esfuerzo y eso siempre lo encuentro en sus entradas en este sitio, además, todo lo artesanal es defectuoso y ha de ser su mayor belleza, saludos cordiales desde Panamá.
Me gustaMe gusta
Gracias María
Me gustaMe gusta