A menudo los escritores africanos se han quejado de que no existen premios africanos en sentido estricto. El Etisalat se denomina a si mismo «primer premio pan-africano del continente» y en apenas dos años se ha convertido en uno de los galardones de mayor prestigio en África. Diversos medios destacan que es un «premio africano para los africanos«.
Se inauguró en 2013 con el triunfo de NoViolet Bulawayo y su multipremiada novela We need no names (otra obra que se puede incluir entre las perdidas en la traducción), y se consolidó el año siguiente dando el triunfo a Songeziwe Mahlangu por su obra Penumbra. Ambos escritores tienen varias cosas en común: son jóvenes (34 tienen ella y 30 él), ambos han nacido en el continente pero residen en la actualidad en el extranjero (la zimbabuense vive en EEUU y el sudafricano en Londres) y ambos tienen formación universitaria. Pero, sobre todo, coinciden en algo más: tanto We need no names como Penumbra son las primeras y únicas novelas de estos escritores, ya que el premio se circunscribe a debuts literarios.
En 2015 la lista que nos ofrecen contiene un par de de obras que han sido muy bien recibidas y que hablan de los nuevos escritores que están surgiendo en el continente. Sin embargo, la radiografía se queda un poco corta ya que de los nueve seleccionados, 6 son sudafricanos y 2 nigerianos (dos de los países donde el mundo editorial tiene mayor empuje) y 1 solo es congolés. El seleccionado se conocerá en diciembre.
Buscando información sobre esta edición me he topado con la triste historia de una de las escritoras que han sido incluidas en la lista, la sudafricana ZP Dala. Pero vayamos por partes.
Etisalat: queda algún margen para el error
De las 9 obras pocas sorpresas en la selección de The Fishermen de Chigozie Obioma (Nigeria). La novela ya la recogíamos en las novedades del primer semestre y estuvo seleccionada para el «The Booker Man Prize» de este año, que finalmente consiguió Marlon James.
Muy elogiada, ha tenido un lanzamiento muy fuerte (incluso se ha hablado de su posible traducción al castellano). Se alaba su capacidad de entroncar con los clásicos desde un enfoque moderno, de hecho se la ha comparado con Chinua Achebe. «La vocación moralista de la novela de Obioma parece evidente, sea voluntaria o no«, afirma Carlos Bajo de Wiriko. De todas formas, el crítico Ikhide R. Ikheloa señalaba hace poco la escasa veracidad de los diálogos en relación a la lengua, hasta el punto de preguntarse «¿Quién habla así en Nigeria?«.
Fiston Mwanza Mujila (Republica Democrática del Congo) es otro de los nombres que han estado pegando fuerte este año,
su Tram 83 se celebra como un nuevo tipo de novela urbana moderna, arriesgada y valiente pero quizás en exceso para algunos.
«Una atrevida fiesta de la imaginación, con un ritmo y una creatividad lingüística que utiliza síncopes propios del jazz más puro y osado para entrelazar un relato sobre las relaciones humanas en un mundo que se ha convertido en una ciudad global», resumen desde Edicions del Periscopi, la editorial que ya la ha traducido al catalán.
Prologada por Yannick Garcia quien afirma: «Se nota que tiene ganas de trascender las mil normas no dichas de la literatura.»
Después quedan el resto de nombres que suenan con menor intensidad.
- Masande Ntshanga (Sudáfrica). Ganador en 2013 del PEN Internacional/ New Voices Award (un premio que se ha estrenado para dar a conocer nuevas voces de entre 87 países, entre los que está Sudáfrica, tierra del ganador) por el relato corto,Space, lo puedes leer aquí [en], está seleccionado por su novela The Reactive.
- Feoluwapo Adeniyi (Nigeria) por On the Bank of the River
- Penny Busetto (Sudáfrica) por The Story of Anna P, as Told by Herself
- Kurt Ellis (Sudáfrica) por By Any Means
- Paula Marais (Sudáfrica) por Shadow Self
- Rehana Rossouw (Sudáfrica) por What Will People Say?
ZP Dala, una historia inquietante
La sudafricana ZP Dala aparece en la lista con su novela What About Meera. La escritora, afincada en Durban, es también psicóloga en una escuela para niños autistas, y su trabajo no ha pasado desapercibido ni para la crítica ni para el público. Sin embargo, el debut de su primera novela se ha visto eclipsado por el brutal ataque que soportó el pasado mes de abril al profesar en público su admiración por el escritor Salman Rushdie.
Dentro de las charlas del «Festival literario de Durban», la escritora habló sobre la obra de Arundathi Roy y de Rushdie, de quienes elogió su estilo y trayectoria. Parece ser que algunas personas, al escuchar el nombre del escritor de Versos satánicos, se levantaron y salieron. Coincidió que unas horas más tarde, el escritor maliense Ousmane Diarra subió al escenario y detalló su propia experiencia al recibir amenazas por atreverse a instar a los lectores a preguntarse. Diarra habló de cómo había sido intimidado por los islamistas radicales en Mali por hablar en contra de la opresión que se impone en el norte del país.
Un día después Dala fue atacada y sometida a una fuerte presión psicológica por parte de su propia comunidad (ella es musulmana) para que renegara de sus palabras de admiración hacia la obra de Rushdie, y la escritora acabó siendo internada en una institución psiquiátrica.
Es una pena que una novela que se ha recibido como «Vibrante, lírica y llena de humor negro (…) una historia que narra los intentos de una mujer para dar forma a su propio destino, al tiempo que evoca las calles de la capital irlandesa y la comunidad sudafricana de Tongaat con gran detalle» sea conocida por este suceso que nos habla de la falta de libertad de expresión que muchos escritores siguen soportando.
Que fuerte la historia de Dala, lo he publicado en mi Facebook. Con razón aún, me gustaria leer su libro y el de Rushdie. Muchas gracias.
Mary
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