
La necesidad de abrirse a nuevos talentos lleva a construir listas de prometedores escritores que persiguen que el interés siga vivo. #Africa39 (lista de los mejores escritores sub-saharianos por debajo de los 40 años) nos ha regalado un buen número de nombres a seguir y tener en cuenta. Parece que en la juventud vemos la esperanza de un futuro plagado de grandes títulos literarios. Sin embargo, escribir (y hacerlo bien) es una actividad para la que no hay edad.
Existen escritores muy precoces. Un ejemplo conocido es el de Rimbaud quien, mucho antes de que se perdiera por tierras africanas, comenzó a escribir versos a los 10 años. En el mundo de las literaturas africanas también podemos encontrar nombres que encajan en este grupo. Muchos han completado toda su obra sin llegar a la cuarentena, como es el caso del escritor malgache Jean-Joseph Rabearivelo, y hay quien logra reconocimiento internacional con apenas veinte años, como el nigeriano Uzodinma Iweala.
La muerte prematura, que lo tiñe todo de romanticismo, hace que atraigan más los escritores que se ciñen a los patrones del malditismo, genio y vida rápida para dejar un hermoso cadáver, frente a aquellos que han tenido una vida más «corriente» o convencional. Puedo citar la vida del sudafricano K. Sello Duiker quien estaba llamado a ser una estrella de las letras. Esta promesa literaria lo tenía todo; talento, pasión y valentía para escribir sobre temas poco frecuentados, pero se suicidó. Al igual que otro nombre maldito, el del zimbabués Dambudzo Machereda, que falleció a los 35 años.

De la misma manera, hay autores que producen toda su obra en su juventud y después paran (dejan de escribir para siempre o cambian de actividad). Son aquellos autores entre cuya primera y segunda obra hay un parón importante de años. La zimbabuesa Tsitsi Dangarembga, después de haber escrito su primera y exitosa novela sin alcanzar la treintena, Condiciones nerviosas, con la que ganó el “Commonwealth Writer´s Prize” y el elogio de Doris Lessing, dejó de escribir durante cerca de veintiún años para dedicarse al cine, hasta la aparición de su segunda obra, una secuela de la anterior.
Pero también puede ocurrir lo contrario. Comenzar a escribir a partir de los cuarenta. No es algo habitual, pero se da con más frecuencia de lo que pensamos.
Las razones para hacerlo que argumentan son variadas. La que más se repite es la que mantiene que no tenían nada que contar y preferían el silencio. Sin embargo, hay que añadir que raro es el escritor que no ha escrito absolutamente nada antes, normalmente lo que ha ocurrido es que no se ha publicado o dado a conocer por una u otra razón. Siempre se cita en este grupo al Premio Nobel de Literatura, el portugués Saramago quien, aunque escribió su primera obra a los 25 años, dejó de escribir para volver a hacerlo bien entrados los 60.

El marfileño Ahmadou Kourouma escribió su primera obra pasados los cuarenta años. Y entre el primero y el segundo libro pasaron más de veinte años. Su obra no es abundante, pero sus títulos se encuentran entre la literatura de referencia no solo de su país, sino de la obra literaria africana en lengua francófona.
La sudafricana Lindsey Collen apareció en la escena literaria internacional relativamente tarde y está reconocida como escritora de Mauricio, a donde se marchó a vivir. The Rape of Sita se hizo realidad a los cuarenta y cinco años. Sus obras están escritas desde una perspectiva estrictamente feminista. De hecho los personajes de su segunda novela son todos mujeres: los hombres tienen papeles marginales en la misma. Collen fue víctima de amenazas de muerte y violación, a causa de sus obras, por los fundamentalistas. Aún sigue en activo, su última novela, Boy, ha sido publicada en 2004.
Mariama Bâ publicó su primera novela cuando tenía cincuenta y un años. Antes había sido articulista en la prensa local, pero su trayectoria literaria se limita casi a esa obra. Y digo casi porque apenas tuvo tiempo de publicar otro libro en vida, dejando su segunda novela concluida poco antes de fallecer. Mi carta más larga, considerada un clásico, está traducida a decenas de idiomas y sigue figurando entre los libros más importantes del continente.
Abdelrahim Lahbibi también se inició tarde como escritor. Tras una vida dedicada a la docencia, trabajó como profesor de lengua árabe y literatura en educación secundaria, entre 1982-1970. El escritor, natural de Marruecos, publicó su primera novela pasada la cincuentena. Antes de que su tercera novela, The Journeys of ’Abdi, Known as the Son of Hamriya, entrara dentro de la lista de preseleccionados para el IPAF 2014 era un autor poco conocido.
Para terminar, quiero recordar a Nadine Gordimer, quien a sus 89 años, alumbraba su última novela, cuyo título me sirve además para cerrar este artículo, Mejor hoy que mañana.
Nota: Actualización sept-2020. Tsitsi Dangarembga ha publicado la tercera obra de su trilogía, This Mournable Body, con la que ha sido nominada al Booker Prize.
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