El siglo de las langostas es una novela extraña, triste y alentadora a la vez. Tiene algo de mítico y de sueño. En ella, vuelve Mokeddem, de nuevo, a narrar el desierto, con sus dunas y su paisaje extenuante, con su dureza y sus peligros. Y además con las plagas de langostas que se sienten y se sufren al ir leyendo la novela como si surgieran delante nuestro y nos asfixiaran con su presencia. Langostas que, en algunos momentos, la escritora identifica con las personas, mucho más peligrosas que los insectos: De modo que yo los veía alejarse identificándolos con una plaga de langostas destructoras que nos dejaban en paz por esa vez (…) Los rumíes no eran para mí sino un cúmulo de peligros en los límites de mi precaria libertad. (Pág.27). Rodeado todo ello de historias mágicas, donde hombres a caballo recorren los límites del desierto en búsqueda de lo imposible.
Porque la historia que nos cuenta esta obra es la de una familia irrecuperable por la violencia que surge al comienzo de la obra y que la protagonista, Yasmina, una niña, vivirá con toda su crudeza. Antes, Mahmud el poeta, habrá emprendido el viaje en busca de los restos de su abuela, enterrados en la tierra de sus antepasados ya desposeídos de ellas, y habrá conocido a Neyma enamorándose de ella, viviendo una vida sedentaria allí en medio del desierto donde no llegan los ecos de los hombres. Antes, Neyma le habrá contado su historia desdichada, mitad esclava mitad invisible, que la cubre de heridas internas. Me llaman Bent el-kelba, ¡la hija de perra¡ No, no te extrañes. Es mi nombre y apellido. Parece que es más que suficiente para una esclava. En realidad, ¿de qué le puede servir una identidad más digna o más propia? ¿Para qué necesita una filiación verdadera si su vida estará enteramente dedicada al servilismo y a la humillación? Los esclavos vienen todos ellos de las tinieblas malditas. Y no basta con que el negro sea el color de su piel, también tiene que teñir sus días, sus sentimientos y sus pensamientos. No tienen historia, ni raíces, ni esperanza. No son sino ese negro. (pág. 118) Allí en el desierto insondable se sienten a salvo de los actos de los hombres, pero se trata de una libertad precaria en permanente amenaza.
Podría haberse titulado «Historia de tres extraños», ya que los tres seres que componen este núcleo familiar son personas diferentes, satisfechas en su propio aislamiento, sabedoras de que no tienen sitio entre el resto por su rareza a la hora de afrontar las normas y no querer ser sometidos por ellas. Prefieren vivir allí, en medio de la nada desértica, felices de poder hacerlo a su manera. Es la marginalidad a la que conduce la intransigencia. Sin embargo, este estado «idílico» supone riesgos y acabará con un ataque feroz que producirá la violación y muerte de Neyma delante de su pequeña hija.
Entonces, Mahmud emprende una carrera desenfrenada en un intento por vengar el horrible destino de su amada. Se abrirán a la vida nómada y ante el silencio permanente de Yasmina, que se ha cobijado en el mutismo, Mahmud le hablará de mundos llenos de poesía, donde su hija será libre y dueña de sus actos. En una sociedad en la que la mujer no tiene libertad de acción, dar la oportunidad de ser libre es lo que Mahmud ofrece a su hija: Cuando vívía Neyma, Mahmud ya había empezado a enseñar a Yasmina. Le hablaba del futuro papel de las mujeres, de la Nahda, el renacimiento árabe, de los primeros balbuceos feministas en Egipto y Túnez y sus reivindicaciones. (pág.149)
Mahmud se erige así en un hombre que quiere un futuro lideardo por ella misma para su hija. Para ello pondrá todo su empeño en enseñarle a escribir, no en vano es la escritura su verdadero refugio. Mientras, habréis sentido el aire cálido del desierto, el inmutable vuelo de las langostas y el silencio de las dunas, que acompañan de manera inseparable a la vida de estos seres únicos y preciosos.
Las travesías que realizan las caravanas más rápidas en varias semanas, las hace el tren en un día y una noche. Y si bien algunos viajeros se quejan del dolor de cabeza a causa del ruido que arrastra con él, todos admiten que al fin y al cabo el cuerpo se zarandea menos que a lomos de un camello.
Pero ésas son palabras de gentes poco acostumbradas a los camellos. Y en lo que respecta a la velocidad y al tiempo que se ahorra…El tiempo siempre ha sido el nudo más apretado que ata los sueños de los sedentarios. Éstos inmovilizados en un lugar determinado, no piensan durante toda su vida más que en la velocidad y el control del tiempo que transcurre. (pág. 227)
Ficha:
- Título original: Le siécle des sauterelles (1996)
- Idioma: Original: Francés (Editions Grasset & Fasquelle/Libraire Générale Française
- Traducción al castellano: Editorial Txalaparta, S.L. (2002)
- Traductora: Pilar Jimeno Barrera
- Nº páginas: 270
- Premios del libro: Premio África mediterránea-Magreb concedida por la Asociación de Escritores en Lengua Francesa (1992)
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