Desde que en 2005 Taiye Selasie escribiera un artículo titulado: ByeBye Barbar or What is an Afropolitan? acuñando un nuevo concepto el «afropolitanismo«, las opiniones en torno al mismo no han dejado de aflorar. Los afropolitanos son, según Selasie, la nueva generación de emigrantes africanos (conocidos por una) mezcla divertida de la moda de Londres, la jerga de New York, la ética de África y los éxitos académicos.

Se trataba de un intento de lidiar con el controvertido tema de las identidades, donde los escritores/as que han nacido fuera de África tienen dificultades para encuadrarse dentro de uno u otro grupo. Ella misma lleva dentro un extenso tapiz de nacionalidades y culturas: su madre es yoruba (Nigeria) y su padre procede de Ghana, nació en Londres, creció en Boston y ha vivido, de momento, en New York, Roma y Delhi.
Escritores como Teju Cole, Dinaw Mengestu o Chika Unigwe pueden encajar bajo el paraguas del «afropolitanismo». Sin embargo, el término ha levantado muchas ampollas y ha dado inicio a un interesante debate.
Lost in transnation

Mantse Arqueequaye (de Accra[dot]Alt, una página cultural que desde Ghana ofrece un lugar para los artistas emergentes) sugiere que «la joven generación de africanos hoy en día está mucho más expuesta a las ideas de la globalización debido a su fácil acceso a internet. Con la disponibilidad de herramientas de medios sociales a su alcance, esta generación es mucho más consciente de la cultura y se moviliza más rápidamente para el logro de las metas filantrópicas y de desarrollo comunitario, como ejemplo menciona que en el verano de 2013 Accra [dot] Alt organizó su segundo festival anual de las artes de calle llamado el «Chale Wote festival de las artes de calle» con un gran éxito de participación gracias a Twitter y Facebook. Agrega que «aunque la tradición se debe preservar, la cultura no es estática. La tradición puede ser definida como la cultura antigua. Sin embargo, hacemos nueva cultura cotidiana. Esto se puede ver en la popularidad del azonto y en el, siempre cambiante, pidgin. Aparte de la preservación de la tradición, es esencial para examinar y dar valor a la cultura popular también. En cuanto al desarrollo de la cultura afropolitana, en su opinión, puede ser simplemente fruto de la globalización, y puede sucumbir de igual modo que esta.» [1]
Una África sin africanos
A partir de una afirmación que realizó Binyavanga Wainaina en una conferencia en 2012: «Soy pan-africano, no afro-politano», ha habido otras voces que han criticado, como lo hace el escritor keniata, que el afropolitanismo se ha convertido en una mercantilización de la cultura -un fenómeno que cada vez más «apoya el producto», el diseño, y está «financiado por Occidente.» [2]. Es cierto que como ocurre con todo fenómeno nuevo, revistas, diseñadores y ejecutivos de negocios han aprovechado el término para rentabilizarlo. Hay incluso una tienda afropolitana, que cuenta con una multitud de productos de diseñadores africanos y partiendo del principio «Trade not aid», define el «afropolitanismo» como «una sensibilidad, una cultura y una visión del mundo «[3].
En el fondo lo que subyace es el miedo a que una «nueva historia única» se imponga. Como consecuencia de una reseña en el periódico «The Guardian» del escritor Helón Habila en el que hablaba del libro de NoViolet Bulawayo «We need new names» en estos término: en su libro hay una ansiedad palpable por cubrir todos los temas «africanos» (se refiere a que aparecen temas como, los niños de la calle o la violencia política), el también escritor Brian Bwesigye lee le ha contestado esta vez en «This is Africa» con otro artículo titulado: Is Afropolitanism Africa’s New Single Story?. Bwesigye tomando como referencia la charla para TED de Chimamanda Ngozie Adichie argumenta que como señalaba la escritora existe el problema de caer en la historia única de nuevo.
Para Bwesigye el mensaje de Habila al escritor africano es bastante claro, le está diciendo: no escriba sobre las personas que viven en el continente africano, no escriba sobre los temas que les afectan al continente, sobre todo si son políticos. En el mundo de Habila y el «afropolitanismo» en general, sólo hay espacio para las historias sobre África en el mundo, donde el mundo es Occidente…En definitiva, lo que se consigue con el «afropolitanismo» es de nuevo volver a tener una historia única: no se combate una sola historia sustituyéndola por otra, se necesita una multiplicidad de historias, concluye.
Otras voces se han posicionado sobre el tema como Marta Tveit, quien haciendo un ingenioso juego de palabras con la novela de Selasie («Ghana must go») titula su crítica «The Afropolitan must go«, o Emma Dabiri que hace un recorrido del fenómeno en su artículo «Why I´m not an afropolitan«, con afirmaciones como esta: «parece más que el progreso de África se mide por el grado en que se puede reproducir un estilo de vida occidental, sin tener que estar físicamente en occidente».
El término también se utiliza en el mundo del arte. Okwunodu Ogbechi argumenta en «Afropolitanism: Africa without Africans» el peligro que encierra que sean los artistas que trabajan y viven fuera del continente los que son tomados en cuenta, mientras los que permanecen y trabajan en África son ignorados. «El porcentaje de artistas africanos que viven y trabajan en occidente es muy minúsculo (menos de 0,0001%), pero ocupan el 99% del discurso del arte contemporáneo africano.»
En el fondo temen que el concepto origine, de nuevo, una «historia única» y se escuche como voz africana la de un puñado de privilegiados, creando una especie de África sin africanos.
Fuentes:
- [1] Auburn butterfly
- [2] «Exorcizing Afropolitanism: Binyavanga Wainaina explains why “I am a Pan-Africanist, not an Afropolitan” at ASAUK 2012«[en] Stephanie Santana. 08/02/2013
- [3] The afropolitan shop
- «Taiye Selasie: orgullo afropolitano»– África no es un país. Ángeles Jurado. 12/06/2013
Todas las notas son de un universo que desconozco completamente y el blog me hace pensar en lo poco que sabemos de los otros. Muy bueno el material !!!
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Tienes razón. Ahí afuera hay otros mundos, pero apenas conocemos nada de ellos. En nuestras manos está alejarnos de los caminos marcados e indagar en otras culturas. Gracias¡
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