En 1950 un pequeño número de escritores de Argelia decidieron que uno de los efectos de la colonización consistía en que la lengua francesa pertenecía a los argelinos tanto como a los franceses. Entre ellos se encontraba Mohammed Dib, que sobrevivió a sus colegas de “la generación de 1952” llegando a publicar su última novela en febrero de 2003 (falleció en mayo de ese año) [1].
Dib, que fue un prolífico escritor, militó en el partido comunista, fue expulsado por las autoridades coloniales de su país natal y residió en Francia hasta el final de sus días. Comenzó escribiendo poemas para pasarse con posterioridad a las novelas debido a los problemas que le ocasionaba la redacción de la poesía “el ejercicio de la poesía exige tal afinamiento, una búsqueda tan intensa de la expresión, una concentración tal en la imagen o en la palabra, que terminamos en un callejón sin salida”. Comparado con Zola y Chejov, apoyado en su exilio por Camus y Malraux, fue amigo de Louis Aragon quien le escribió el prefacio de la colección de poesía Ombre Gardienne.
“En el café”, primera obra de Dib traducida al castellano (la desaparecida Bassarai publicó después un poemario: «El niño jazz» 1998), reúne siete relatos que tienen en común la capacidad del escritor para plasmar en pocas páginas universos completos, habitados por seres con vidas difíciles, desposeídos o marginales que pueblan una Argelia amarga, mísera y pobre.
El relato que abre el libro, y que lleva el mismo título que el libro, es en mi opinión el mejor de los siete. Trata en apariencia de una tarde cualquiera en un café cualquiera de un hombre que lleva dos años sin trabajo, desesperado, pero que cree que puede haber algún tiempo mejor en un futuro, si aguanta. Matando el tiempo en el café, intenta eludir el momento de su vuelta a casa donde le esperan su mujer y sus dos hijos que sobreviven a duras penas. Sin embargo, la intromisión de un desconocido y su conversación harán que el hombre contemple su inmediato presente y su futuro con una desoladora visión.
Seres que luchan, seres que se resignan o seres que son vencidos por la aplastante realidad que los rodea. La escritura de Dib dibuja sus perfiles y nos los muestra con sus anhelos, sus miserias, sus vidas en las que acecha la escasez y el hambre. En el relato titulado «La espera» niños hambrientos esperan el regreso de su madre. «Su odio, su odio, ¿qué podía hacer con él? ¿Es que el odio había dejado de sostenerlo? Carecía de otros brazos donde refugiarse: en cualquier otro lugar habría sido igual, esta cárcel no cambiaría; la desgracia seguiría siendo la misma en todas partes. Deseó disolverse, empleando toda su alma de niño»(pág.122). Pero también hay relatos sobre el momento político en el que viven e incluso sobre los límites, a veces difusos y no concretos, entre la vida y la muerte.
Dib es un poeta y sus letras tienen resonancias e imágenes bellas que enmarcan a los personajes de «En el café» desde su prisma más humano. Dicen que su escritura es clásica. Lo cierto es que algo se queda atenazado dentro tras su lectura, como si hubiéramos descubierto, de una manera sumamente clara, lo difícil que es vivir cuando se ponen cortapisas a la esperanza o el mismísimo momento en el que zambullidos en una piel ajena uno vislumbra lo que es llegar a ese momento (feroz) en el que se sabe que nada va a cambiar nunca.
Ficha:
- Título original: Au café (1955)
- Idioma: Original: Francés
- Traducción al castellano: Colección letras del oriente y del mediterráneo (1984)
- Traductor: Fernando García Burillo
- Imagen de portada: A partir de Café turco, óleo sobre tela, 1914, August Macke
- Nº páginas: 144
- El libro contiene un pequeño glosario
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