El Premio Nobel de Literatura ha recaído en cuatro escritores africanos hasta la fecha, de los cuales dos son sudafricanos: Nadine Godimer y Jhon Maxwell Coetzee. Achmat Dangor es también sudáfricano y un autor muy interesante. Es, además, una persona con un fuerte compromiso en pro de la igualdad social. En la actualidad presidente de la Fundación Nelson Mandela, fue uno de los impulsores de movimientos culturales como los Black Thoughts (los escritores se reunían para expandir y fomentar la literatura prohibida en los distritos discriminados de población negra).
Achmat Dangor ha reconocido algunas influencias en sus obras: Albert Camus, James Joyce, Patrick White y García Márquez. En esta novela, en concreto, ha imaginado varias sagas familiares-el libro contiene unos árboles genealógicos al comienzo-que pueden recordar a las de Cien años de soledad y algunos de sus personajes se han convertido en El extranjero, seres en sus propios mundos que parecen alojarse en otros ajenos. Sin duda, esta novela de múltiples vueltas, se merece más de una lectura.
La novela situada en la Sudáfrica post-apartheid, nos lleva por las vidas de los miembros de varias sagas familiares: la de los Wallace, la de Salim y la de Ebrahim Schroeder, pero no solo por ellas, hay otros personajes que se entrecruzan y se mezclan. La historia principal tiene como metáfora una leyenda árabe (que no africana), la del jardinero pobre que se enamora de una princesa, la del padre que se niega a la unión, la de la metamorfosis del jardinero en árbol. Y esto es lo que le ocurrirá a Oscar.
Sin embargo, la primera mutación de Oscar ya había ocurrido antes incluso de conocer a Anna, su blanca mujer. En la vieja Sudáfrica, donde el apartheid perseguía a los negros sin tregua. Omar Khan, híbrido mezcla de indio, javanés, holandés “y quién sabe qué más”, busca una oportunidad en aquella realidad sin futuro y se convierte en Oscar Kahn, rubio de pelo rizado y piel “color pan moreno y miel” y gracias a su nariz ganchuda consuma el engaño. Así se adentra en el mundo de los blancos y comienza a trabajar de arquitecto. Para Anna y su familia es alguien de descendencia judía, penosamente aceptados en el régimen del apartheid y a regañadientes también por la familia de Anna, “no es de los nuestros”, dice su madre.
Así, Oscar ya ha sufrido con anterioridad la primera metamorfosis, en su intento por borrar su vida y convertirse en auténtico blanco. En la»vieja Sudáfrica«, ya había mutado, cambiando nombre y pasado. Del Omar del gueto al Oscar de la zona residencial, hay miles de sentimientos, claudicaciones y dolor. Es el intento de salir de su vida de “negro” a una vida de “blanco”, la primera guerra de los mundos, en aquella Sudáfrica. Pero no solo eso.
En la Sudáfrica inmersa en los conflictos raciales y también religiosos. La Sudáfrica en la que además de los blancos y los negros, tiene en su seno a los que no son ni blancos ni negros, sino un poco de ambos: los mestizos. La Sudáfrica que se metió en la cama con un régimen opresivo (“gobernado por nazis”) y persecutorio de los negros y se levantó con una nueva realidad que les daba la libertad.
Después llegan otras guerras, otras luchas a la vida de Oscar-Omar, porque los choques no son en exclusiva raciales, son también sociales y religiosos (musulmanes frente a judeo-cristianos). Como el que enfrenta a Malik (el hermano musulmán de Oscar) con Martin (el hermano de Anna). Novela de gente entremezclada, pero solo rara vez junta. Porque los choques son sobretodo individuales, entre personas que se deslizan ante nosotros intentando un cambio.
Pero la novela parece enseñarnos que huir de lo que el destino te ha deparado en esta vida tiene un precio, y el engaño de Oscar le proporciona tener que sufrir una extraña enfermedad respiratoria, que otro personaje llamará “la maldición de Kafka”, que le va convirtiendo en un vegetal, como en la leyenda del jardinero pobre. Así, parece decirnos, si se desafía al destino, se tiene que pagar de una u otra forma, como iremos viendo en varios personajes. Aunque, en cierta forma, también nos parece indicar que ese «cambio» es inevitable que se produzca.
Como he señalado, las relaciones entre los personajes son difíciles y el sexo parece ser la forma de relacionarse más habitual. El sexo aparece como otro protagonista más con múltiples rostros: algo de lo que no se puede gozar con plenitud porque hubo una atroz violación (Anna), algo insaciable, incontrolable (Oscar) o algo a lo que algunas personas se deben someter, como un castigo (Fatiya). En la vuelta de tuerca que descubrimos en el abyecto personaje que es Martin, vemos proyectada esa sexualidad violenta y al límite, en un ser que hace que sintamos un estremecimiento por todo el cuerpo cada vez que entra en escena. Anna sufre en silencio su propio secreto: la violación por parte de su hermano cuando era niña. También Anna ha tenido que transformarse para poder sobrevivir a aquel hecho, que parece olvidar por instantes pero que continúa allí en lo más íntimo de su ser, aflorando sin ella ser consciente en múltiples y espontáneos gestos. incluso al final de la novela el sexo aparece como metáfora que cierra una vida deplorable. Tras la lectura, podemos plantearnos si no es a través del sexo como se permiten las únicas relaciones reales entre ellos.
No estamos en la era del apartheid sino en el momento de su desaparición, en el que todos se preguntan, «¿y ahora qué?». Entonces, la metamorfosis de Oscar, que se llevó a cabo en otra época, parece un sacrificio a destiempo. Vemos en ese mundo a todos esos seres tropezando entre si, sin llegar a sentirse nunca parte los unos de los otros, como si múltiples barreras de todo tipo impidieran el contacto. Todos esos llantos silenciosos, esos lamentos sordos, se van adueñando de la lectura y nos van transmitiendo un mundo donde parece no haber esperanza, ni redención, un lugar en donde la calma ha huido y solo queda el enfrentamiento, el choque entre padres-hijos-hijas-amantes y el ahogo, la desazón. Pero es una apreciación equivocada porque, sin aliento apenas, tras vislumbrar tantas vidas, llegamos al momento único en el que por fin, en “una mañana fría y revitalizadora”, el alivio llegará.
Y en cuanto al resto de nosotros no podemos transformarnos completamente. Ni siquiera los mitos pueden cambiar sus raíces invisibles, arraigadas con la misma fuerza que el fósil a la roca. No nos metamorfoseamos. Simplemente nos convertimos en polvo.
Ficha:
- Título original: Kafka´s Curse (1999)
- Idioma: Inglés. Kwela Books
- Traducción al castellano: Editorial Seix Barral, S.A
- Traductora: Encarna Quijada.
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