
A veces parece que Todo se desmorona. Son días en los que sientes Algo alrededor de tu cuello que te atenaza y te ahoga. Miras por la ventana y no hay ningún Paraíso que contemplar, solo Nubes de lluvia. Ves el Pan a secas y el Vaso roto encima de la mesa que ayer dejó El bebedor de vino de palma y te ríes al recordarle porque sabes que guarda muchos Secretos y que posee La inocencia del diablo . Como cuando te contó aquello que no querías oír, sabiendo que era para ti Fruta amarga. Pero a él, al que llamas también El vendedor de pasados, quien coquetea contigo diciendo Mañana cumpliré veinte años, se lo perdonas todo.
En tu cabeza todavía resuenan, sí, resuenan las Voces anochecidas de ayer cuando fluían Los deseos afines… pero ahora la casa está desordenada y piensas que deberías recogerlo todo, Mejor hoy que mañana te intentas convencer. Las ganas, en cambio, han huido y vas de un lado a otro de la estancia sintiéndote, a diferencia de la velada anterior cuando él no quería Volver a casa, como Nuestra hermana aguafiestas. No sabes si Reír y llorar. Sobre todo cuando observas Los pies sucios que se cubrieron de vino ayer, ayer… y te dan ganas de soltar ¡Puta vida¡. Mientras en torno a ti fluye El silencio de los espíritus y sueltas un Suspiro. Comprobando con desolación que Grande es la prisión que te rodea.
Quieres romper la dinámica de Las que aguardan que algo ocurra y piensas en ir a alguna parte, a donde sea, cogiendo El metro. Sin embargo, desechas la idea, no soportarías las Miradas de la gente actuando ante tu comportamiento como si fueran Los intérpretes de lo que te ocurre. Imposible que entendieran que te sientes como El baobab loco. Que buscas El lugar del aire que no encuentras. Que necesitas rodearte de una Ciudad abierta. Por Desgracia, de ella ha huido la imaginación y el color de todas partes y ha llegado la Estación de la sombra. Encerrando la poesía en El silencio de las nubes… Piensas que quizás en ese momento vas a desaparecer para siempre, al igual que sabes que Los hombres leopardo se están extinguiendo. ¿Qué hacer, a dónde ir?, te preguntas en plena conmoción bajo múltiples Condiciones nerviosas. Para ti se acabó la Época de migración al norte. Es otro tiempo. Por eso si pudieras irías Más allá del mar de arena. Si pudieras te tumbarías bajo La jaima o pasearías por El callejón de los milagros, dejándote llevar hasta La República fantástica de Annobón.
Cierras los ojos. Si pudieras… Algún día escribiré sobre África, dices en alto. Pero para eso hay que saber hacer Oro en polvo, piensas, poder imaginar El diablo en la cruz o crear El libro de los secretos, a lo sumo llegarías a redactar una misiva que palidecería al lado de Mi carta más larga, y todo ello sin atravesar un Pasaje de lágrimas. Te retuerces con desánimo ante La vida en espiral que no te deja abandonarla. Entonces, de pronto, ves El camino de la salvación. Delante de ti hay una columna de libros que se eleva Más allá del horizonte limitado que tenías hasta entonces. Te levantas como si un imán tirara con fuerza hacia ella, notas los Vínculos secretos que te unen a esos volúmenes y coges uno. Montas en El carro dorado que, de pronto, ha abierto su puerta para ti y te sacude, de arriba abajo, el recuerdo y La memoria del amor hacia cada una de las obras que allí se amontonan.
Cuando abres la primera página, ya sabes que Todo lo bueno llegará. Empiezas a leer y quieres gritar de alegría, con todas tus fuerzas: Quédate conmigo, no me dejes nunca. Los Nudos se han desecho y te sientes volar. Das gracias a La traductora por su trabajo que hace que puedas leerlo y meterlo dentro, dentro. Y te sientes, ahora sí, por fin, como cuando Canta la hierba.
Qué belleza de post
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Muchas gracias Ariana. De verdad se agradece el aprecio. Un abrazo. Sonia
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Ahora no tengo mucho tiempo, pero gracias por las informaciones.
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Ya encontrarás el tiempo, seguro. Gracias a ti por comentar. Un abrazo. Sonia
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Ja, qué bueno. Muy ingenioso y poético este post… A veces pienso si de verdad has leído todos estos libros o de donde sacas las horas. Será que eres una cigüeña de Alain Mabanckou 😉
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Sobre todo soy un poco bruja. Un abrazo y muchas gracias por comentar
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Querida Sonia, qué inspiración, sería capaz de escribirte, en agradecimiento, ‘mi carta más larga’, pero no alcanzo ni de lejos el talento de Mariamma… ¡Gracias por enseñarnos tanto sobre las letras africanas!
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«Mi carta más larga» se quedó en el borrador, traspapelada. Pero creo que tu nota me ha hecho ver que la tengo que meter también. Por eso tengo un blog dinámico, que se nutre, además, de las inspiraciones ajenas. Gracias a ti. Un abrazo. Sonia
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Estoy seguro de que te ha divertido preparar este artículo. ¡Mil veces mejor que un listado de libros!
Es un placer leerte.
Alberto Mrteh (El zoco del escriba)
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Esa es la verdad. Y lo extraño es que la historia fluía con los títulos. Un abrazo. Sonia.
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