Ayọ̀bámi Adébáyọ̀ cumple con el prototipo. Es joven (30 años) y nació en el continente africano (Nigeria), pero salió de su país para estudiar (Máster en escritura creativa) fuera de África, en su caso a Inglaterra. Además, fue becada para poder dedicarse a escribir y tiene madrinas: Chimamanda Ngozi Adichie y Margaret Atwood. Para remate su primera novela se publicó en una editorial británica (Canongate Books, 2017) y ha sido encumbrada en medios internacionales, siendo multipremiada con buenas criticas, y calificándose sus inicios como los de una brillante y prometedora carrera.
Hasta aquí poco nuevo os he contado. Conocéis el perfil que se viene repicando con demasiada frecuencia. No penséis que me divierte volver siempre a lo mismo, al contrario es muy cansado, pero ya veis que lo hago, como el abiku que aparece en esta novela me siento retornar una y otra vez al mismo centro. Sin embargo, os quiero mostrar que Adébáyò, en tantas cosas tan igual, sí es algo diferente en algunos aspectos y que ella merece nuestra atención.
Su “debut” literario fue publicado antes en una pequeña editorial nigeriana, en 2013 (esto no está del todo confirmado), y con seguridad en Kenia por Kwani, hecho que se ha repetido con otros escritores también. Ha pasado con Jennifer Makumbaiy su Kintu, en fechas recientes, por ejemplo. Otra cuestión es la recepción entre nosotros; en este caso, Quédate conmigo ha sido traducida al castellano con inusitada rapidez y podemos disfrutar de su lectura desde ya mismo, daros cuenta de que apenas han pasado unos meses desde su primera publicación en el mercado occidental; un tiempo récord, gracias al olfato de la editorial Gatopardo. Una no puede sino sentir una especial debilidad por estos proyectos editoriales en los que se implican unos pocos para intentar acercarnos esos textos que, de otro modo, acabarían perdiéndose en la ignorancia de su existencia.
Y lo resalto en especial, en un mundo como el nuestro en el que las novedades se suceden de manera vertiginosa y en el que es tan necesario el marketing y la publicidad de las grandes casas. Estas apuestas, sin duda, nos ponen contentas al comprobar que siempre habrá un resquicio para los libros buenos más tarde o más temprano.
Muchas son las sensaciones que nos van sobreviniendo a medida que avanzamos por la historia que Adébáyò, una excelente narradora, ha elegido para contarnos partiendo de un corte clásico y una escritura de molde occidental. Desde el mismo título, ese “quédate conmigo” que es una especie de súplica, ya notamos el desgarro. Intuimos que puede haber dentro de sus páginas mucho deseo y amor y que, casi seguro, este es esquivo y trata de escapar. Suena a susurro, a petición silenciosa. “No te vayas otra vez”, parece decir, “quédate conmigo”.
Esta frase puede pronunciarla la amante, pero también la hermana, la amiga o la madre. Puede salir de los labios de muchas personas diferentes que sienten la necesidad de que la persona que aman permanezca a su lado. ¿Quién no la ha verbalizado alguna vez?.
Adébáyò ha preferido la maternidad como recipiente para esta frase. O, dando la vuelta, la falta de la misma. Yejide, la protagonista de esta novela, lleva cuatro años casada y no ha tenido hijos, a ella se une el deseo de su marido Akin que es parejo. Dice Adébáyò en una entrevista que cuando observaba dicha circunstancia a su alrededor siempre constataba que era culpa de la mujer, que «algo en ella no funcionaba como debía» era el comentario más corriente. Partiendo de esta reflexión trató de describir ese vínculo apremiante entre ser mujer y madre: “Las mujeres fabrican los niños y si no puedes, entonces es que eres un hombre” (pág.56), le dice Akin a Yejide.
En el ámbito literario este tema ha sido traído en varias ocasiones. Os invito a que leáis el excelente aporte que realizó en su día para este mismo espacio literario Federico Vivanco (editor y traductor de Ellas también cuentan). Sin duda, de entre todas estas obras destaca una por su fuerza y por su voz rompedora. Hablamos de Las delicias de la maternidad de Buchi Emecheta. Entonces, la autora nigeriana desgranaba en un impactante y sincero libro aquello sobre lo que no se hablaba, lo que se quedaba en el silencio y el olvido, lo que puede llegar a suponer la tristeza y soledad de la mujer y madre nunca comprendida, amada como se debiera o valorada. Ella misma se definió como una escritora no “a pesar de ser madre sino precisamente desde ahí”.
Junto a ella, en épocas más recientes, Lola Shoneyin con Las vidas secretas de las esposas de Baba Segi (The secret lives of Baba Segi’s wives, Cassava Republic, 2010), “denuncia, conjugando la comedia, la sátira y la ironía —llegando incluso a una parodia desternillante—, a una sociedad nigeriana patriarcal, machista y polígama”. Una novela que, por desgracia, no ha conseguido ser traducida al castellano a pesar de su calidad y su interesante propuesta.
Quédate conmigo está situada en la Nigeria de los años 80-90 y sus turbulencias se dejan ver también en las vidas de sus protagonistas. Adébáyò nos sumerge en esa clase media nigeriana que se compra una casa a la que hacen rodear de un alto muro que impide que sean vistos desde fuera… pero también que desde dentro puedan ver más allá. En palabras de la escritora, se buscó ese telón de fondo, en el que se enseña cómo el dinero logra aislar a sus miembros de la vorágine política y social que se desarrollaba tras las tapias de sus hogares.
Desde la tradición oral, donde las historias se cuentan también con la intención de que la propia alguna vez sea narrada, la novela nos adentra en el universo íntimo de las relaciones familiares, centrándose en la de pareja y explorando la sexualidad y la falta de información sobre la misma, los roles que se esperan de cada uno y las prisiones que esto acaba suponiendo. Planteando varias cuestiones interesantes en torno al amor, la maternidad-paternidad, el modelo patriarcal y la verdadera liberación de la mujer.
Alternando las voces de Yejide y Akin, la moderna pareja protagonista inicia un romance en apariencia rechazando la poligamia. Sin embargo, este rechazo inicial se muestra a la larga también como una postura no tan sincera como se puede creer en un primer momento. Si bien Akin (un hombre que acude a la Iglesia aunque no demasiado practicante) rechaza este modelo, la presión familiar hará que la acepte como única vía posible, en apariencia, para que el hombre pueda tener descendencia, a pesar de su oposición inicial.
Yejide se nos muestra como una mujer que ha ido a la universidad, incluso que tiene su propio negocio, pero la familia, por ende la sociedad, no la acepta al no poder tener hijos. Las frases rotundas en este sentido abundan a lo largo del texto, mostrando una sociedad patriarcal y siempre bajo la mano del hombre que es el que acaba dirigiendo la vida de las mujeres que le rodean, sin que ellas tengan opción a conocer lo que está ocurriendo. En especial, Yejide parece decirnos que a pesar de tenerlo todo, no le sirve de mucho en el seno de esta sociedad que la obsesiona con ser madre. Aunque a la larga, ser madre se convierte en el principal objetivo de su vida: «Estaba dispuesta a compartir. Un hombre no es algo que puedas acaparar para ti sola; puede tener muchas esposas, pero un hijo solo puede tener una única y verdadera madre. Una» (p.134)
La escritora, además, nos procura un acercamiento al mundo yoruba y nos permite penetrar en el universo abiku (niños espirituales que nacen predestinados a morir una y otra vez) mostrando otra perspectiva. En torno al nacimiento y muerte de las niñas que la protagonista finalmente logrará traer al mundo, surge otro cuestión latente en la novela, la postura tradicional – reflejada en la madre de Akin, la abuela de las niñas – frente a la que aporta la medicina – defendida por el propio Akin, el padre. Son dos generaciones que en un momento dado explican lo que ocurre desde dos formas de ver y pensar el mundo que les rodea diametralmente opuestas.
Para otra ocasión dejaremos las críticas que, tal y como ocurriera con Los pescadores de Chigozie Obioma, se han vertido en relación al lenguaje (como apunte extra, destacar cómo se emplea el inglés frente al yoruba cuando no se quiere que los demás sepan de qué hablan: mostrando cómo la lengua es también una forma de poder), cuestión que ya se había destacado en otras novelas de jóvenes escritores. En esta ocasión, en cuanto a la desafortunada traducción del yoruba.
Los silencios y las mentiras, también los secretos como el que guarda Akin, en una trama en la que nadie es lo que parece, junto con el peso que la sociedad y la familia imponen, son en definitiva auténticos lastres que conducen al desmoronamiento de la pareja: «Si la carga es demasiado y se queda demasiado tiempo, incluso el amor se dobla y algunas veces se rompe». La falta o la imposibilidad de sincerarse, de contar lo que están viviendo, avoca al dolor, al desengaño y a la huida.
Quédate conmigo es una narración bien contada, que engancha y contempla otro tratamiento de algunas realidades ya mencionadas. “Ayóbàmi no tiene ningún tipo de miedo a la hora de abordar otros temas como la noción tradicional de masculinidad, entendida como la capacidad de mantener a varias mujeres a fin de que éstas llenen la casa de hijos y la noción tradicional de feminidad, entendida como la capacidad de engendrar esos hijos y cuidar de la casa“, resume Raquel Casas. A pesar de que la trama adolece en ciertos momentos de engrasar demasiado el drama, sobre todo en la segunda parte de la novela, no completando algunas motivaciones y sucesos, el conjunto es atractivo, apasionado y absorbente (coincido con Atwood) y muestra la capacidad de Adébáyò, en esta, no lo olvidemos, primera obra que, ya lo dice Caty León, “suelen gozar de una rotundidad asombrosa”.
“Las razones por las que hacemos las cosas que hacemos no siempre serán las que los demás recuerden” afirma Yeijide, resumiendo en parte lo complicado que es llegar a entender muchos de nuestros comportamientos y de nuestras razones, en este caso, en el ámbito vital más profundo. Nuestras acciones pueden obedecer a otros motivos más allá de su apariencia. Son parte del desgarro de lo que se vive hacia fuera y de lo que se siente hacia dentro; el drama íntimo de cada realidad acuosa.
Quédate conmigo (Stay with me, 2017). Ayọ̀bámi Adébáyọ̀. Gatopardo, 2018. Traducción del inglés de Irene Oliva Luque.
Me encanta la rotundidad del testimonio acerca de las nociones tradicionales de la masculinidad y la femenidad.
Alberto Mrteh (El zoco del escriba)
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