Cambara es una somalí, artista e hija única, que ha crecido en Ottawa, bajo el manto protector de una madre que, sin embargo, no puede impedir que ella siempre haga lo que es su voluntad. Así frente a la oposición frontal de Arda (su madre) y de su mejor amiga, se casó con Wardi cuyo comportamiento irresponsable propició la muerte de su pequeño hijo. En un momento en el que el dolor la espanta del día a día, toma la decisión de volver a su país natal y recuperar la casa familiar que un señor de la guerra se ha apropiado.
Tomada por gente armada, milicias, señores de la guerra y bandas de delincuentes; con su sistema de clanes y con prohibiciones por todos sitios y con la obligación de llevar velo, la Somalia que nos describe el autor en “Nudos” es un país desolado y degradado, donde la misma suciedad y vida miserable que llevan sus habitantes parece un reflejo de la situación del país tras una durísima guerra civil, que aún pervive bajo el título de “baja intensidad” (Somalia vive en un estado de guerra civil y caos desde 1990, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barré). Las escenas incómodas no se hurtan y entramos desasosegados en esas casas mugrientas, llenas de porquería y aguas estancadas, en esos cuerpos malolientes y llenos de costras (en este extremo el autor hacen un gran uso de las descripciones transmitiendo un sentimiento de abyección en abundantes momentos). Poco o nada queda de la Mogadiscio cosmopolita y mucho de la droga, que embota a los hombres, y de las armas por doquier, que hacen permanente la violencia y el descontrol.
Sin embargo, la mujer protagonista, Cambara, no se adreda ante nada. Debajo de su kaftán lleva un cuchillo y también sabe karate para hacer frente a lo que le venga, su propia presencia física de imponente altura la ayuda a crear esta imagen. Primero tendrá que vérselas con el odioso Zaak, su primo con el que por medio de un matrimonio de conveniencia tuvo que fingir una unión y un afecto que para nada sentía, y por el que siente una repulsión hasta física. «Cambará piensa que tal vez sus condiciones físicas y mentales actuales son un síntoma del colapso del país, una metáfora de él”. Después con la ciudad y las gentes de Mogadiscio, que le resultan extrañas, perdidas y sumidas en una decadencia y deterioro permanente.
El autor contrapone la vida de Cambara, su dolor y sus frustaciones, con las de la gente del país africano. Su dolor (por la pérdida del hijo) es muy diferente al que después verá retratado en muchos rostros somalíes (víctimas de atroces violaciones, vidas empujadas a la violencia de la guerra desde la infancia, personas que lo han perdido todo). Es la suya la visión del exiliado. Como si remendara una inmensa tela Cambara va componiendo las vidas de los que la rodean, vidas extenuantes las de aquellos que han sufrido atrocidades, violaciones sistemáticas, inhumanas torturas y situaciones terroríficas. Y también vidas anónimas que luchan día a día por intentar llevar una vida normal dentro de lo excepcional, íncreible este esfuerzo que hacen por seguir el día a día en un país roto y desolado, pero habitado por seres que luchan por renacer.
Gracias a una red de mujeres que le tienden su mano, la cada vez más fuerte Cambara irá realizando los planes que se había propuesto. En el medio conocerá a dos niños, “pelosedoso” un niño soldado y Gacal un niño norteamericano perdido en medio de la guerra civil. Ambos le recuerdan a su propio hijo. Después, Cambara logrará también encontrar el amor en Bile (muy emotivo el pasaje en el que le atiende), un hombre con el que la relación es diametralmente opuesta a la que ha tenido con los anteriores hombres de su vida. Formará así una nueva “familia”.La red de mujeres, por otro lado, hará realidad el sueño de Cambara de llevar al teatro una obra suya (en 2012 se representó una obra en el destartalado «Teatro Nacional de Mogadiscio» comenzando un ciclo de programaciones, toda una declaración de intenciones de este pueblo que quiere volver a la normalidad).
A mi parecer, es una novela fallida como si se hubiera realizado con tanta necesidad de conducirla al final pensado de antemano, que el autor no ha reparado en la falta de engranaje, en hacer creíble toda la trama. Hay un buen número de giros poco convincentes en la historia, al menos a mi modo de ver, o que no se explican, los tienes que aceptar porque no se vuelve sobre ellos y continuar leyendo. Parece como si estuviéramos delante de algo construido por alguien que tiene una gran capacidad para escribir pero que, en esta novela, no llega a cuajar. La lectura es ágil en la primera parte, se lee con atención y se ve la calidad literaria, pero decae en la segunda. Espero leer más obras de este escritor (eterno candidato al Premio Nobel) para descubrir a ese gran escritor que, en esta ocasión, al menos en mi caso, solo lo intuyo.
«Ve indicios de vida en esa puerta medio abierta, pero no puede determinar quién la ha dejado así ni porqué. Era bastante común que la gente dejara la puerta abierta cuando ella vivía en Mogadiscio y la paz no se cuestionaba. Más tarde cuando los sobornos y otras formas de corrupción crearon millonarios de la noche a la mañana, la ciudad se inundó de desempleados, de gentes y de pobres que huyeron de la hambruna del interior, y se levantaron vallas a un ritmo superior del que llevaba anotar los índices de defunción y de natalidad. Y un tiempo después los residentes perfeccionaron esas vallas, coronándolas de cristales rotos, cuchillas de afeitar y alumbrado eléctrico para disuadir a los ladrones. Imagínese una cancela abierta, ¿qué puede significar?.”
Ficha:
- Título original: Knots (Riverhead, 2007)
- Idioma: Inglés
- Traducción al castellano: Editorial Siruela, 2013
- Traductor: Eugenia Vázquez Nacarino
- Otras obras traducidas:
- “Secretos” (1998) Ediciones El Aleph (descatalogado)
- “Regalos” (2000) Ediciones El Bronce (descatalogado)
- «Eslabones» (2004). Editorial Siruela (2013)
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Estoy leyendo «Huesos Cruzados». Pasé x aquí a ver tus opiniones. Me falta para terminarlo pero creo que mi primera impresión -por ahora, dudosa- no cambiará sobre sus modos literarios.
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Nudos es con diferencia la más floja de las que he leído de Farah. Un abrazo. Sonia
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