El PALOP es un acrónimo que designa a los países africanos cuya lengua oficial es el portugués (Guinea Bissau, Cabo Verde, Angola, Mozambique, Santo Tomé y Príncipe y Guinea Ecuatorial, que adoptó esta lengua como idioma oficial). Entre ellos está Cabo Verde que está compuesto por 10 islas, dentro de la región de las islas afortunadas denominada Macaronesía. Se trata de una cultura que es un auténtico fruto de mezclas africanas y europeas.
Los portugueses llegaron a Cabo Verde en la segunda mitad del siglo XV, ocupando, en primer lugar, la isla de Santiago. Desde el principio, se la consideró un enclave estratégico para el tráfico de esclavos africanos con dirección a América y acabó convirtiéndose en uno de los principales. Allí surgió la primera ciudad construida por los colonos europeos en la zona de trópicos africanos: Cidade Velha. El país no obtuvo su independencia hasta 1975.
Una literatura a la que le cuesta despegar
Sin duda de los miembros del PALOP, las literaturas de Angola y Mozambique son las más conocidas a nivel internacional propiciado lo anterior por el buen recibimiento de sus autores en la antigua metrópoli: Portugal. El resto de países que se meten bajo el paraguas de la lusofonía han intentado, con mayor o menor éxito, seguir la estela de los dos citados. Destaca en ese empeño Cabo Verde que ha logrado ir consolidando su presencia, aportando importantes nombres y obras.

Tomo como punto de arranque de este breve repaso literario, la creación de la importante Claridade, la revista que Manuel Lopes fundó en 1936 en Mindelo junto a Baltasar Lopes y Jorge Barbosa. La revista se constituyó “como un faro de contemporaneidad estética y lingüística”. Además, “a nivel político e ideológico, Claridade pretendía distanciar definitivamente a los escritores caboverdianos del canon portugués, buscando reflejar la conciencia colectiva caboverdiana y llamar la atención sobre elementos de su cultura que durante mucho tiempo habían sido sofocados por el colonialismo portugués, como lo es el ejemplo de la lengua criolla”.
En 2014, fallecía Manuel Lopes el último superviviente del movimiento Claridade, que había abierto las puertas del modernismo a la literatura caboverdiana. Lo hacía cinco años después de ver cómo se concedía por primera vez el Premio Camões a un escritor de este país que no era él: Armenio Vieira. Esto ocasionó extrañeza y perplejidad ya que el galardonado no poseía una trayectoria tan relevante como Lopes a quien todo el mundo señalaba como favorito.
La opinión que predomina es que a pesar de la concesión del Premio Camões a Arménio Vieira, en 2009, no hubo un mayor interés hacia la literatura caboverdiana por parte del panorama internacional ni tampoco por las editoriales portuguesas para apostar por los autores del país del laureado.
Algunos de los nombres más conocidos del siglo XX-XXI

Entre los nombres que comenzaron a sonar destaca Baltasar Lopes, conocido autor de Chiquinho (1947, traducida al castellano por Pere Comellas y Lluis Agustí para El Cobre, 2003), que está considerada la novela más importante del país y una obra alabada por José Saramago de la que afirmó: “No es sólo una gran novela caboverdiana, es también una gran novela universal y tengo la certeza de que los lectores estarán de acuerdo conmigo”.





Pero ha sido Germano Almeida, el autor que ha logrado ser reconocido dentro y fuera de su tierra, siendo el segundo escritor caboverdiano en alzarse con el Camões en 2018. Según Almeida, «Cabo Verde ha tenido grandes escritores desde el siglo XVII, pero hasta mediados del siglo XX las islas tenían una literatura exactamente igual a la literatura portuguesa. A partir de 1936 comenzó a aparecer una literatura más caboverdiana, que se preocupaba por los problemas del país, que en aquellos momentos eran la sequía, la hambruna, la falta de educación, el abandono del gobierno colonial… Porque aunque a través del puerto de la isla de São Vicente entraba alguna riqueza al país, no era utilizada a favor del pueblo sino a favor del colonialismo portugués. Entonces en el 36 surgió una literatura de denuncia sobre la situación que existía y este movimiento luego tuvo mucha influencia en la generación que se vio ligada a la independencia nacional del país.»
Almeida que es abogado de formación, después de haber concluido los estudios universitarios en Lisboa, ejerció además como activista cultural y político y reside en la actualidad en San Vicente. Su obra está ampliamente traducida a varios idiomas, incluido el castellano: La isla fantástica, Historias de dentro de casa, Dos hermanos, Doña Pura y los camaradas de abril y El fiel difunto. El testamento del señor Napumoceno da Silva Araújo cuenta con versión en euskera y ha sido llevada al cine. El cuento La señora Guiomar, fue traducido por M.ª Carmen Férriz Martínez al castellano y por Pere Comellas al catalán y figura en la antología Mercado de historias.

Finalmente, para completar este repaso citaremos a dos escritoras. La primera de ellas es Dina Salústio (pseudónimo de Bernardina Oliveira) que fue profesora de primaria, asistente social, periodista y técnica cultural. Además de ser una de las fundadoras de la Asociación de Escritores de Cabo Verde. De ella se resalta su capacidad para mostrar diversos aspectos de la feminidad en Cabo Verde. Entre sus obras destacan aquellas dirigidas a niños, “un subgénero aún muy poco cultivado en Cabo Verde”. En castellano, la editorial Baile del Sol ha publicado su colección de cuentos Cálidas eran las noches. Una sencilla expresión escrita brevísima, donde habla sobre el amor, el dolor y la memoria.

En segundo lugar, Fátima Bettancourt. Esta mujer que ha sido periodista y una activista desde los tiempos de la independencia del país tiene publicados 8 libros, tres de ellos de cuentos, género con el que se siente especialmente cómoda. Sonhos & desvaríos es su última obra, un conjunto de 15 cuentos, que tiene como base sueños que ha convertido en ficción y que versan sobre varios temas de la realidad caboverdiana, desde la delincuencia juvenil a los problemas de los ancianos o la homofobia, entre otros.
Bettancourt ha hablado en varias ocasiones de las dificultades de edición en su país, lo que ha limitado sus publicaciones. Este libro en concreto va acompañado de ilustraciones del artista y también escritor Tchalê Figueira, al que se puede ver y charlar en su estudio en Mindelo mientras trabaja en alguno de sus cuadros. La edición es obra de Rosa de Porcelana, con sede en Caboverde, cuyo fundador es el escritor Filinto Elísio.
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