No sobran los pensadores que son capaces de mostrar nuevos ángulos de nuestra preocupante y tóxica realidad. Achille Mbembe es uno de ellos. Libro a libro, el que está considerado uno de los teóricos más brillantes sobre estudios postcoloniales, está construyendo una gigantesca lupa de aumento que parece gravitar, en un principio, en los mal llamados mundos subdesarrollados o “tercer mundo”, para ampliarse de una manera sorprendente y descomunal. El pensador camerunés, a través de esa lente, nos ofrece la posibilidad de comenzar a ver de manera diferente, o por caminos menos transitados, pero devastadoramente inquietantes.
Plantea en Crítica de la razón negra (Ed. Ned-Futuro Anterior, 2016) una disección del racismo contemporáneo. Pero su propuesta va mucho más allá de lo que a priori pudiéramos imaginar. Mbembe es un pensador innovador y de largo recorrido. En dos ensayos anteriores, Sobre el gobierno privado indirecto y Necropolítica (Ed.Melusina, 2011) anticipaba las bases. Ambos gravitando sobre el orden económico y político que se está imponiendo en el siglo XXI. Creaba así un nuevo término, la Necropolítica, para poder encuadrar la política de la muerte que viene impulsada por empresas privadas y gobiernos para obtener más parcelas de poder económico (en principio en el continente africano, pero ya anticipamos que la visión de Mbembe engloba mucho más). Mostrando un desasosegante juego en el que ellos deciden quién va a morir, utilizando las guerras para quitar la vida de tantos que se contemplan como meras fichas en un tablero, intercambiables, y sin derecho a ser considerados seres humanos.
En Crítica de la razón negra, parte del negro como una ficción a la que se ha llegado a través de diversos momentos, entre los que se encuentra la trata trasatlántica, a partir de la cual fue considerado mera carne, una cosa, y era impensable que fuera capaz de elaborar ningún pensamiento. Cosificándosele se le negó y apartó como a un deshecho. Solo interesaba como mercancía y materia productiva, en cuanto aporte al sistema económico capitalista, por lo demás era un zombie. Después, el filósofo destaca que al negro le sobrevino el colonialismo (con todo un sistema: la plantación) y el apartheid.
Cuando vamos visionando las diferentes paradas, muchos querríamos creer que forma parte del doloroso ayer. Sin embargo, Mbembe nos muestra que sigue formando parte del día a día más contemporáneo hasta extremos insospechados a través de este libro, en el que va más allá y descubre que el negro ya no se circunscribe únicamente a las personas africanas durante el primer capitalismo. Por primera vez todo se mezcla y desparecen las diferencias entre los términos ser humano, cosa y mercancía, que se aplican a hombres y mujeres sea cual sea su origen o color de piel. Alumbra así el devenir negro del mundo que, como vemos, se anunciaba desde hacía tiempo, como el momento a partir del cual ese concepto, noción, o ficción ensancha sus límites y se expande de manera global. El neoliberalismo, el capitalismo, están construyendo a los renacidos negros.
La negación se ha vuelto planetaria. La trata trasatlántica delimitó las reglas del juego y el sistema de la plantación fue un ensayo en el cual el colonialista era quien decidía a quién se veía y a quién no. De ahí se pasó al apartheid, un nuevo salto a toda una política con sus leyes y sus negaciones. Pero el orden económico mundial exige no detenerse. Así se elevan otros muros infranqueables, separando, apartando, dejando fuera y excluyendo. Gana la economía de las sombras. Los nuevos negros están ya entre nosotros (podemos ser nosotros mismos).
Son los nada. Los que no existen. Los que este ensamblaje neoliberal exprime y después tira. Son los desheredados que pueblan los límites del desalojo más absoluto: el de ser considerados seres humanos, el de tener siquiera una vida digna. Refugiados, algunos de los nuevos negros. Del colectivo de las “personas desechables”.
Creemos que hablamos de cosas del pasado y la esclavitud se sigue produciendo en la cadena capitalista, son los grilletes del trabajo deshumanizado y las esposas de las hipotecas y las deudas. Hoy continúa dándose un apartheid, en forma de una segregación social global, que aparta, zonifica y expulsa. Sin duda, los nuevos tiempos han traído y traen nuevas maneras de ser negro, de forma que “El negro no existe en sí mismo. Está producido constantemente” como se puede leer en este ensayo. Se prevén innovadores métodos de futuro, como los de la genética, que aseguran la selección, afirmando que se va a poder elegir y dejar de elegir (anular) algunos rasgos, lo que no se quiere perpetuar, sin distinción. Incluso, aparece ya el ser humano como mero dato digital en este proceso de deshumanización progresiva, de caída en la nada más absoluta, en la negación total.
Achille Mbembe ha escrito un ensayo con una prosa que se retuerce para encontrar la palabra precisa, aquella que consigue encuadrar conceptos esquivos, logrando acorralarlos y cercarlos. En Crítica de la razón negra, algo tan sin consistencia, una ficción como es la raza, se nos aparece desde cientos de prismas diferentes, a través de su apabullante realidad, consiguiendo que lleguemos a entender hasta qué punto la palabra negro ha comenzado a desvelarse como el vocablo más adecuado para designar también a nuestro alrededor a miles de personas que sobran y estorban y a las que se les exige guardar silencio y no ser vistas. Pero también que el negro lleva dentro de si el germen de la sublevación desde el mismo umbral de la revuelta.
Crítica de la razón negra (París, 2013). Achille Mbembe. Ediciones Ned, 2016. Traducción de Veronica Gago y Juan Obarrio.
«la palabra negro ha comenzado a desvelarse como el vocablo más adecuado para designar también a nuestro alrededor a miles de personas que sobran y estorban y a las que se les exige guardar silencio y no ser vistas»
La realidad que expones es demasiado dolorosa para creer que es la nuestra.
Alberto Mrteh (El zoco del escriba)
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Lo sé. Un abrazo. Sonia
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A mi me inquieta todavía más la ocupación de todos los espacios institucionales por el discurso de la integración conseguida, de la brillante igualdad etc… cuando la realidad es la contraria. Ya no cabe la queja, ni el grito, ni la discordia, porque ya hemos solucionado esto de la igualdad.
Se exige silencio, cuando las instituciones están todas llenas del discurso de la integración armoniosa. El que rompa el idilio, será el bárbaro.
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Interesante tu aporte. Gracias.Sonia
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