Publicado originalmente en África no es un país. 11/10/2015
Una de las cosas que llamaban la atención de la lista África 39, compuesta por algunos nombres de los nuevos valores literarios de África sub-sahariana y la diáspora, era que aparecieran solo tres autores que escriben en lenguas africanas: lingala, en el caso de Richard Ali, luganda en el de Glaydah Namukasa y kiswahili en el de Mohamed Yunus Rafiq. El resto se poblaba de literatura escrita en los idiomas colonizadores: inglés, francés o portugués, siendo Recaredo Silebo Boturu, de Guinea Ecuatorial, el único autor de la lista en lengua castellana. El árabe no se contemplaba ya que los organizadores entendían que estos escritores ya habían tenido su oportunidad en “Beirut 39”.
En 1952 Amos Tutuola había publicado El bebedor de vino de palma. El libro tuvo muchos detractores y admiradores a partes iguales, tanto dentro como fuera de África. Una de las críticas más repetidas se refería al idioma empleado: pidgin nigeriano. El escritor se había servido del inglés para escribirla (fue el primero de su generación en hacerlo), pero al no ser su lengua materna el idioma aparecía “imperfecto”, mostraba repeticiones, frases inconexas, fallos gramaticales y errores sintácticos. El mago Tutuola había trasladado su mundo de narrativa oral yoruba al inglés. El inglés (los escritores de expresión francófona ya habían tenido su primer congreso en París) volvió a ser tema de debate en Kampala en la Conferencia de Makerere de 1962 cuyo nombre lo decía todo: “Conferencia de escritores africanos en inglés” y en la que se puso sobre la mesa la situación de la literatura africana, a dónde iba y también qué medios (idioma) usaba para caminar. Allí se reunieron Chinua Achebe, Wole Soyinka, Grace Ogot, Ezekiel Mphahlele, James Ngugi o Rajat Neogy (fundador de la revista “Transition”), entre otros. A consecuencia de la misma Obi Wali escribiría un año después su polémico ensayo, The dead end of African Literature, defendiendo, frente a la posición de Chinua Achebe, que la literatura escrita en lenguas europeas no era literatura africana.
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