
A veces despreciamos el poder que puede llegar a tener un libro. Quizás no son capaces por si mismos de transformar nuestro mundo- salvo escasas excepciones- pero sí que proporcionan vías para empatizar que es una manera de que uno cambie. Además, la quema o destrucción de los mismos nos indican que muchos son portadores de ideas o historias capaces de exasperar, cuando menos, a un régimen político, a un fanatismo religioso o a unos dirigentes. Un libro que sea crítico y cuyo autor no se calla puede suponer una obsesión para aquellos que son incapaces de soportar una idea contraria a lo que piensan/creen. Así, la desaparición de los libros señalados como peligrosos o inmorales suele ser la consecuencia más natural, cuando no la de la mano que los alumbra, por desgracia.
La lista de autores que han sido perseguidos, amenazados de muerte o se han tenido que exiliar es larga y en este blog abundan. Por citar algunos, el argelino Rachid Boudjedra, el marroquí Mohamed Chukri, el egipcio Naguib Mahfuz o el somalí Nuruddin Farah que debido a su trilogía Variations on the Theme of an African Dictatorship, llena de comentarios críticos y satíricos contra el régimen del dictador Siad Barre, tuvo que exiliarse.
En esta ocasión os voy a hablar de tres novelas que han logrando que su existencia tenga una vida propia, además de la que cuenta en sus páginas.
El propio Ngugi wa Thiong´o lo resume muy bien en esta frase introductoria a su libro Matigari:
«El libro ha tenido una historia que casi rivaliza con el relato de ficción que encierra entre sus tapas.»
Un hombre del pueblo (1966)
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Tras leer una copia del avance de la novela Un hombre del pueblo, el amigo de Chinua Achebe, el poeta y dramaturgo nigeriano John Pepper Clark declaró: «Chinua, eres un profeta. ¡Todo en este libro ha pasado excepto un golpe militar!»3.
Chinua Achebe escribió Un hombre del pueblo cuando todavía Nigeria no había sufrido ninguno de los múltiples golpes de estado que después padecería, pero describió, como en un anticipo, uno en su novela.
Marta Sofía López, autora del excelente prólogo, nos recuerda cómo “al día siguiente de su publicación, el 15 de enero de 1966, el general Nzeogwu proclamó el triunfo del primer golpe de Estado militar de los muchos que habrían de sucederse en las siguientes décadas en Nigeria. Achebe se vio sorprendido por acusaciones de haber estado al tanto del asunto, o incluso de haber participado en su gestación, imputaciones que demostraron ser falsas.” Ante esto, muchos críticos tildaron a la novela de “profética” pero para el crítico Bern Lindfors la novela reflejaba un sentimiento generalizado entre la población nigeriana: el ejercito era visto como un eventual restaurador del orden y “numerosas voces clamaban por una intervención militar”.
Masters of the Board (1985)
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El general Sani Abacha fue el décimo Presidente de Nigeria entre 1993 y 1998. En la lucha que protagonizó (y protagoniza) el pueblo Ogoni, el escritor y activista Ken Saro Wiwa fue una de las voces que se posicionó a favor de ellos y en contra de la compañía petrolífera Shell. Abacha mandó ejecutar al escritor, ahorcándole, junto con ocho personas más. Antes gobernó Nigeria otro general, Ibrahim Badamasi Babangida entre 1985-1993 que también vio en la escritura un peligro.
Chris Abani (Afikpo, Nigeria 1966) tenía 16 años cuando escribió su primera novela. Se titulaba Masters of the Board y se trataba de un thriller político. El argumento giraba en torno a un golpe militar frustrado y gracias a él ganó el premio «Delta».
Según sus propias palabras «Ese primer libro fue un thriller extraño. Un complot de neo-nazis para tomar Nigeria e instituir el Cuarto Reich, que se frustrará finalmente por un James Bond nigeriano llamado Kayode Williams. Toda la trama de la novela se basa en un juego de ajedrez de Bobby Fischer.»
La paranoia ante la probabilidad de que ocurriera lo que en la obra se narraba, llevó a Abani por primera vez a la cárcel, después de su publicación, en 1985, durante 6 meses. El régimen del general Ibrahim Badamasi Babangida le encerró entre rejas bajo la acusación de que la obra había incitado el golpe de estado frustrado del general Mamman Jiya Vatsa quien será ejecutado en 1986 por dicha razón.
La historia fue lo suficientemente convincente como para que que el gobierno nigeriano le mandara a la cárcel por pensar que se describía algo que había ocurrido en la vida real, es decir por ser algo así como el manual para hacerse con el país y Abani el autor intelectual de un frustrado golpe de estado.
Matigari (1989)
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El escritor fue perseguido tanto por el primero (Jomo Kenyatta) como por el segundo (Arap Moi) presidente de Kenia. Se le impidió ejercer como profesor, sus libros fueron prohibidos, fue encarcelado y finalmente soportó una violencia extrema en un suceso tremendo que vivió cuando regresó a Kenia, después de más de veinte años en el exilio. Con Matigari, considerada una sátira memorable de la traición a los ideales humanos, logró lo que muchos escritores sueñan: que su personaje traspasara los límites de la ficción.
La novela original en kikuyu se publicó en 1986 bajo el régimen de Arap Moi (presidente de su país entre 1978 y 2002). Desde el primer momento tuvo una gran resonancia. En la obra, Ngugi contaba la historia de Matigari ma Njiruungi, un hombre que ha luchado por la independencia de su país y que regresa para reconstruir su vida y tener un futuro, pero comprueba que nada de lo que se encuentra es como lo soñó. El nombre del protagonista pasaba de boca en boca y era el centro de las conversaciones en muchos lugares por lo que el régimen pensó que se trataba de un personaje real, así que ordenó su arresto.
El propio escritor lo explicó así, «Matigari es bastante interesante. El libro fue escrito cuando estaba en el exilio. Fue publicado en Kenia en 1986. Este fue un año muy malo en lo que respecta a la represión política en Kenia. Hubo arrestos de intelectuales a gran escala. Fueron encarcelados con falsas acusaciones que se presentaron contra ellos. Fue entonces cuando salió el libro. El personaje de ficción en el libro, que tiene el nombre de la novela, Matigari, quiere saber dónde puede encontrar la verdad y la justicia. El Presidente Moi se enteró de esto, es decir, que Matigari se atrevía a ir por todo el país haciendo este tipo de preguntas. Por ello, el presidente ordenó su detención inmediata. La policía no tardó en descubrir, sin embargo, que este Matigari era sólo un personaje de un libro. Moi ordenó que el libro fuera detenido en su lugar. En 1987, la policía irrumpió en todas las librerías del país y requisó cada copia del libro. También confiscaron los ejemplares en el almacén de la editorial. Por ello, el libro sólo está disponible en Inglés y aún así fuera de Kenia. Así, uno podría argumentar que el libro y el personaje se han unido a su autor en el exilio.»
El personaje que creó Ngugi fue tan realista que soportó una orden de arresto. El héroe fue confundido por el gobierno con un agitador revolucionario verdadero. Al no poder hacerlo, decidieron eliminar el libro.
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