Ayikwei Parkes, Nii Novela

“El enigma del pájaro azul”, una novela que combina la investigación científica con el vino de palma

Sobre esta novela he leído diversas opiniones. Una de ellas es la que mantiene que en su centro lo importante es la historia. Otra, que lo que hace que la trama avance es la focalización en el “modo” en que se ha llevado a cabo el asesinato y no en el “quién” es el asesino. Y una tercera, que mantiene que en la obra de Nii Avikwei Parkes no se hace crítica social, tal y como en la mayoría de las novelas negras africanas, al menos, ocurre. Todas, en realidad, parecen ser la cara de la misma moneda e intentan revelarnos que la trama de El enigma del pájaro azul es diferente a otras lecturas pertenecientes a este género.

Es cierto que contiene una historia de novela negra, que enlaza con las investigaciones tipo CSI. Sin embargo, en esta ocasión la aparente trama crimen-detective-resolución se desquebraja y se expande  bajo una historia que comienza con un  bello pájaro azul al que ha perseguido la joven amiga del ministro haciendo que ésta se acerque a la cabaña de Kofi Atta, el cultivador de cacao, y se encuentre con un amasijo de restos extraños que oscilan entre despojos humanos o sobrenaturales. Kayo, un médico forense formado en Londres, es reclutado para investigar el suceso (calificado como “sin clasificar”), ocurrido en la Ghana más rural, y al que desde altas instancias (el inspector Donkor tiene la intención de sacar provechosas ventajas a cuenta del mismo) quieren dar la mayor prioridad.

Pero esta novela, finalista del Commonwealth Prize 2010, transciende lo anterior e intenta profundizar en conceptos tan interesantes como los “microconflictos” de la mano de un escritor que reconoce en su país una mezcla irresistible entre magia y realidad.

Nii Avikwei Parkes: con un pie aquí y otro allí

Con su pelo afro, Avikwei explica cómo su primer apellido es herencia de su abuelo sierraleonés y su segundo apellido proviene de esclavos jamaicanos. Nacido en Gran Bretaña, con un padre saxofonista y estudioso de la música tradicional y una madre que le dejaba fantasear, volvió a Ghana con cuatro años, donde ha vivido gran parte de su vida. Afirma que allí leía para esquivar el hambre. Y que escuchaba mucho para hallar su propia voz interior.

Foto: Sebastien Fabre – © 2005

Su trayectoria se alimenta sobre todo de poesía, género en el que tiene escritos varios libros. No extraña que sea habitual del “Spoken Word” pero sorprende saber que tiene escrito un libro bajo seudónimo: K.P.Kojo. El ghanés apareció en la lista #Africa39 y es una persona muy activa que llegó a dejar su trabajo en el ámbito científico para dedicarse a la poesía. Entre sus múltiples facetas destaca la de editor y la de dinamizador: ha puesto en marcha “The Writers Fun”, que ofrece material para jóvenes escritores, charlas, talleres y  lecturas públicas. A todo lo anterior se suma que ha contribuido a poner en funcionamiento el recientemente inaugurado “Centro Ama Atta Aidoo Center para la Escritura Creativa, muy cerca de la Universidad en Accra, del que es el Director.

El poder del lenguaje

El escritor, en diversas entrevistas, ha hablado sobre cómo puede pasarse horas escuchando conversaciones y cómo disfruta intentando traspasar los diálogos al papel.  “Si crees que lo sabes todo y no paras y escuchas, has perdido”, afirma. La novela es un ejemplo claro: abundan los diálogos con un manejo excelente del lenguaje.

Por un lado, la oralidad está muy presente. El tono que adoptan los dos narradores principales de la historia: Yao Poku por la parte de la narración local y el narrador omnipresente por parte del punto de vista de Kayo y la modernidad, es diferente. En el primer caso se opta por frases que fluyen a la manera de un diálogo y que están empapadas de proverbios. En el segundo las frases tienen una construcción más convencional.

Por otro, tras la lectura de El enigma del pájaro azul comprendemos que no es extraño que Ngũgĩ wa Thiong’o sea uno de sus escritores de cabecera. La importancia que le da  Avikwei a algunas de las diferentes lenguas que se hablan en Ghana y a lo que llega a significar su uso, es grande.

Afirma Ngũgĩ wa Thiong’o que “La lengua marca la persona que eres”. En el libro se mezclan el inglés, el pidgin y el twi. Cada una tiene su espacio de uso y su esfera de poder. Podríamos hablar de jerarquía (supremacía) de lenguas: el inglés como lengua dominante, que la habla Kayo, el médico forense, o la polícia y el twi como lengua dominada, que lo hablan en la aldea rural donde se desarrolla la trama. El inglés es el idioma de los que quieren considerarse importantes, modernos. Pero el twi es la lengua del origen y de la tradición. En el medio el pidgin, un híbrido.

Introduzcámonos en otra capa. “Es una demostración de poder dirigirte a alguien en una lengua que no es su lengua cotidiana”, dice Nii Ayikwei Parkes. En este sentido, la lengua local, el twi, contempla un universo mucho más amplio: es un vehículo para mostrar la identidad, reafirmar no solo “quién eres”, sino también “quienes somos”.

Todo lo anterior tiene una trampa. Magdalena Palmer, su traductora, nos encamina: “es una novela escrita en muchas lenguas, aunque el lector solo la lea en una”. ¿Cómo escribir una novela que contiene, twi, inglés, pidgin y ga y hacer que todo el mundo la comprenda?. Avikwei escribió la obra en inglés e introdujo el resto de lenguas, a través de palabras o expresiones, tal y como nos llega a nosotros. En el texto original, cuando hablan personajes de la aldea, por ejemplo Yao Puku, el cazador y uno de los narradores principales, se supone que lo hace en twi y las palabras que usa en inglés están en cursiva.

Un “Elemental, querido Watson” que no encaja aquí

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La trama se desliza sin apenas obstáculos y el interés se va acrecentando sin que pierda pulso. Entre lo urbano y lo rural, el inglés y el twi, lo moderno y lo tradicional, lo científico y lo artesanal, las relaciones entre el que domina y el que es sometido, la curación por pastillas o mediante el uso de hierbas,o entre la magia y la realidad, son algunos de los extremos entre los que se mueven los personajes de esta novela en la que un pájaro azul, bello como nadie, ¡Ay, la belleza¡,  crea un conflicto unido a la necesidad de más poder, mientras nos interna en universos antagónicos obligados a mezclarse y retroalimentarse. Y en dónde el «por qué» cobra la máxima importancia.

En definitiva, la editorial Club Editor ha hecho una apuesta muy interesante y de valor al presentarnos esta novela. Incluso para los que no gustan del género detectivesco (huir de las etiquetas, por favor), El enigma del pájaro azul es un texto que sorprende, todavía más a vosotros/as hombres y mujeres de libros, al volver a mostrar una dimensión diferente pero igual de real, y que nos enseña, una vez más que “en este mundo tenemos que elegir la historia que contamos, porque eso nos afecta, afecta a la forma en que vivimos”.

El enigma del pájaro azul (Tail of The Blue Bird, 2009). Club Editorial, 2017. Nii Ayikwei Parkes. Traducción:Magdalena Palmer

L’enigma de l’ocell blau Club Editoriall, 2017. Catalán.

5 comments on ““El enigma del pájaro azul”, una novela que combina la investigación científica con el vino de palma

  1. Me gustó mucho esta reseña. Me parece interesante lo que comentas del lenguaje y la forma de introducirlo en el libro. Me da muchísima curiosidad ver cómo logró captar esa oralidad en distintas lenguas, y que el lector de todos modos siga comprendiendo la historia.
    Este blog es un peligro contra mi bolsillo. Necesito este libro ya 🙂

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  2. Alberto Mrteh

    Me ha encantado la reflexión sobre el lenguaje oral. El uso de distintas lenguas enriquecer indudablemente su significado.
    Aunque sea en otro país muy diferente, en Marruecos saltan del darija (árabe marroquí) al francés cuando una discusión laboral se intensifica. Lo he observado a menudo y siempre me hace pensar sobre el uso de una lengua u otra para comunicarse.
    Excelente reseña. Es un placer leerte.
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

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  3. Alberto Mrteh

    Te tomo la palabra. Ahora estoy absorbido por Taia.
    Un abrazo.

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